jueves, 27 de abril de 2017

La erupción del volcán submarino de El Hierro ‘creó’ una nueva bacteria

Este nuevo hábitat, a 130 metros de profundidad, forma un extenso tapiz de filamentos cerca de la cima del Tagoro

La comunidad bacteriana, a 130 metros de profundidad, forma un extenso tapiz microbiano de filamentos (llamados cabello de Venus) que cubre 2.000 metros cuadrados cerca de la cima del volcán.
La comunidad bacteriana, a 130 metros de profundidad, forma un extenso tapiz microbiano de filamentos (llamados cabello de Venus) que cubre 2.000 metros cuadrados cerca de la cima del volcán.UB
La mayor parte de la actividad volcánica de nuestro planeta tiene lugar en el medio oceánico. La erupción submarina de la isla de El Hierro, en concreto, se prolongó durante 138 días —de octubre de 2011 a marzo de 2012— y remodeló un área de nueve kilómetros cuadrados del fondo marino. Este episodio de vulcanismo submarino perturbó de forma radical las condiciones ambientales locales (mayor temperatura y acidez de las aguas, reducción del oxígeno, mayor turbidez y carga de material en suspensión, entre otros efectos) y espoleó en paralelo la actividad bacteriana. Hasta entonces, estas comunidades ligadas a la actividad volcánica habían sido estudiadas sobre todo en los hábitats de las fuentes hidrotermales en el océano. Los organismos extremófilos que viven en estos ambientes oceánicos adaptan su metabolismo para obtener nutrientes y energía y sobrevivir en condiciones que son limitantes para otros seres vivos.
"A escala local, este episodio originó un nuevo cono volcánico submarino y una pendiente de depósitos que se extiende hasta más de mil metros de profundidad. La erupción se inició a una profundidad de 363 metros, y al final del episodio volcánico el mismo punto se encontraba a 89 metros de profundidad, un hecho que implica una tasa media de crecimiento vertical diario de dos metros. Después, tuvo lugar un proceso de desgasificación, con manifestaciones hidrotermales, un período que se puede considerar todavía activo, aunque de forma difusa", detalla Miquel Canals, catedrático del departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona (UB).
El estudio, publicado en la revista Nature, Ecology & Evolution y liderado por Miquel Canals, jefe del Grupo de Investigación Consolidado (GRC) de Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona, y Roberto Danovaro, de la Universidad Politécnica de la Marche (Italia), ha permitido el hallazgo de una especie bacteriana, llamada Thiolava veneris, hasta ahora desconocida, asociada a la actividad volcánica del Tagoro.
La bacteria Thiolava veneris constituye un nuevo género y especie de bacteria extremófila. Según las imágenes de un vehículo submarino no tripulado dirigido por control remoto (ROV), el nuevo hábitat bacteriano cubre cerca de 2.000 metros cuadrados del volcán Tagoro —entre 129 y 132 metros de profundidad—, formando un denso tapiz constituido por unas estructuras filamentosas muy vistosas (tricomas bacterianos o cabello de Venus).
Los análisis revelan que esta bacteria está emparentada con otras bacterias marinas —en concreto, el género Thioploca— que muestran una gran flexibilidad para adaptarse a ambientes extremos de los fondos oceánicos.
La bacteria Thiolava veneris constituye un nuevo género y especie de bacteria extremófila, que cubre cerca de 2.000 metros cuadrados del volcán Tagoro
"El consorcio bacteriano del nuevo volcán presenta un conjunto de características diferenciales en comparación con otras formaciones bacterianas", apunta Canals. "Ninguno de los fragmentos identificados contiene genes asociados con la fotosíntesis, por lo que este proceso queda excluido del metabolismo de los filamentos microbianos. Sin embargo, la bacteria tiene una notable plasticidad metabólica para desarrollarse en ambientes volcánicos submarinos relativamente poco profundos. Ecológicamente, representa un estadio inicial del proceso de reinstauración de comunidades biológicas cada vez más complejas en los hábitats submarinos devastados por catástrofes naturales, como el caso del Tagoro en Canarias", subraya.
"Ahora bien, esta nueva especie se encuentra muy lejos geográficamente de otros centros de actividad volcánica (por ejemplo, la dorsal mesoatlántica), un hecho que plantea interrogantes sobre su procedencia", subraya Canales.

El volcán Tagoro, un laboratorio natural

Desde que se inició la erupción submarina del Tagoro en octubre de 2011, el equipo del GRC de Geociencias Marinas de la UB ha impulsado diversos estudios científicos que han revelado aspectos inéditos sobre el origen y la evolución de las islas volcánicas. Tanto este episodio volcánico, estudiado y monitorizado por los equipos investigadores en tiempo real, como su evolución posterior, hacen del Tagoro un excelente laboratorio natural para estudiar el fenómeno del vulcanismo submarino.
"Mientras la erupción estaba activa, el seguimiento de la evolución morfológica del nuevo volcán mostró la complejidad de este tipo de episodios, con fases de crecimiento rápido, otras más lentas, y colapsos parciales del nuevo edificio y las áreas cercanas, entre otros. Desde el punto de vista biológico, el proceso de recolonización que está en marcha representa también una oportunidad extraordinaria de estudio para la ciencia", concluye Canals.



Se vende animal extinto por un euro

Marruecos es el epicentro mundial de la exportación de fósiles, un sector sin regular, basado en la mano de obra barata y en el que conviven coleccionistas privados y científicos.


Benaqla Sadki es un hombre delgado, de manos rudas y sin apenas dientes. Dice que tiene 45 años, pero aparenta al menos diez más. Este marroquí de la ciudad de Erfoud, al sureste del país, trabaja en un agujero de cinco metros que ha cavado a golpe de pico y pala. Saca los escombros escalando por las paredes con una agilidad pasmosa. Ha tardado un mes en abrir la fosa y aún tendrá que seguir varios metros en horizontal antes de encontrar lo que busca. Trabaja así incluso en verano, con temperaturas que superan los cuarenta grados. “Esto es lo que tengo que hacer para ganarme el pan”, dice en francés.
Hace unos 450 millones de años, el desierto del Sáhara era el fondo del océano situado en torno al Polo Sur. Formaba parte del supercontinente de Gondwana. Las costas eran similares a las de la Antártida y en las aguas vivían trilobites, animales que desarrollaron ojos de cristal y exoesqueletos para protegerse de sus depredadores, orthoceras, cefalópodos parecidos a calamares con caparazón, y bivalvos similares a los actuales. Todos esos animales y muchos otros se extinguieron hace cientos de millones de años, pero sus cuerpos fosilizados siguen bajo tierra y se cuentan por millones.
“Gracias al comercio de fósiles se han definido en Marruecos cerca de un millar de especies nuevas de invertebrados paleozoicos”, explica Juan Carlos Gutiérrez-Marco, investigador del CSIC, que viaja cada año en todoterreno a la zona desde Madrid
Sadki es uno de los cientos de buscadores de fósiles de esta zona desértica del Anti-Atlas marroquí. Busca crinoides, animales marinos caracterizados por sus vistosos cálices y pedúnculos. El precio depende del tamaño de la pieza. “Por una buena placa pueden darme 3.000 dirhams [unos 300 euros]”, señala. En ocasiones pasa hasta cuatro meses picando sin encontrar nada, asegura. Estos trabajadores son la mano de obra barata que sustenta el mercado de compra y venta de fósiles en Marruecos, uno de los principales exportadores a nivel mundial. En las tiendas de las poblaciones de Erfoud, Alnif o Rissani, se pueden comprar trilobites que caben en la palma de la mano por un euro (se venden por cajas de 200) y placas con varios de estos animales por más de 1.000 euros. Hay hasta encimeras de cocina y lavabos hechos con piedra caliza llena de animales extintos. Una vez sacadas del país, las piezas más valiosas se venden en Internet por decenas de miles de euros.
Toda esta actividad, que da de comer a muchas familias en la región, no está regulada. Gran parte de esta riqueza fósil acaba en el extranjero, en la mayoría de casos sin pasar por el control de las autoridades.






Un cortador de piedra en Erfoudampliar foto
Un cortador de piedra en Erfoud JAIME CASAL


En una de las entradas de Erfoud el sonido de las radiales es constante. En medio de nubes de polvo asfixiante hay de trabajadores con la cara y los ojos tapados por pañuelos y gafas que cortan placas de fósiles para su posterior venta. Son el siguiente eslabón de la cadena, los preparadores. Los más cualificados usan tornos similares a los de un dentista y pulidores que escupen fina arena para separar los trilobites de la piedra hasta dejarlos casi totalmente separados sin dañar las espinas defensivas de algunas especies. Además de los comercios abiertos al público, algunos comerciantes tienen almacenes privados en los que ofrecen garras de dinosaurio por 250 euros, mandíbulas de ballena extinta por 1.500 euros, o hachas de piedra talladas por humanos hace decenas de miles de años por 50 euros cada una. Una vez preparados para la venta, el precio de los fósiles en tienda es, por lo menos, el doble que el que se paga al picador, y a veces mucho más.
Científicos de varios países peregrinan a esta zona en busca de descubrimientos de alto impacto. Es una forma de hacer paleontología que empieza en tiendas o ferias de Europa o EE UU. Los investigadores preguntan a los vendedores por el origen de un fósil de invertebrado o vertebrado interesante. El rastro les lleva a las muchas canteras del sureste de Marruecos. Si tienen suerte, los comerciantes locales les llevan hasta el sitio exacto de donde salió una especie desconocida y los picadores les dejan excavar. Solo hay una condición, que les paguen por lo que encuentren.






Un preparador de fósiles limpia un trilobites.ampliar foto
Un preparador de fósiles limpia un trilobites.JAIME CASAL


“Gracias al comercio de fósiles se han definido en Marruecos cerca de un millar de especies nuevas de invertebrados paleozoicos”, explica Juan Carlos Gutiérrez-Marco, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Cada año, este geólogo hace un viaje de ida y vuelta en todoterreno desde Madrid a Marruecos para ver qué animales nuevos se están extrayendo, comprar alguna pieza interesante y realizar sus propias excavaciones en las zonas que aún no están explotadas. El investigador ha descrito tres nuevas especies y tiene otras siete en cartera.
Marruecos tiene amplios afloramientos del Cámbrico, el Ordovícico, el Silúrico y el Devónico, periodos geológicos que abarcan desde hace 540 millones de años a 350 millones de años. El hecho de que no haya capa de vegetación que atravesar convierte a esta zona de Marruecos en uno de los mejores lugares del mundo para encontrar fósiles. “Al ritmo actual de explotación, las reservas tardarían siglos en agotarse”, asegura Gutiérrez-Marcos.



Los comerciantes locales dejan excavar a los científicos, si pagan

Uno de los hallazgos científicos más recientes en esta zona fue el anomalocaris gigante (Aegirocassis benmoulae), un artrópodo marino de unos dos metros de largo que era probablemente el animal más grande del mundo hace unos 480 millones de años. Los cadáveres de estos animales y otros de su ecosistema quedaron tan bien preservados en el sedimento que se fosilizaron los órganos y partes blandas, algo excepcional que solo es comparable con los famosos Esquistos de Burgess de Canadá y otros similares en China.
Mohamed Ben Moula, de 63 años, es un antiguo pastor de camellos reconvertido a buscador de fósiles. Él halló los primeros anomalocáridos y se los vendió a Brahim Tahiri, uno de los comerciantes de fósiles más ricos de la zona. Tahiri se lo enseñó a Peter Van Roy, un investigador que ha trabajado para la Universidad de Yale (EE UU), quien, junto a otros colegas, estudió y publicó los detalles sobre esta nueva especie. Todos los fósiles descritos fueron excavados por Ben Moula. Entre 2009 y 2014, el Museo Peabody de Historia Natural de la Universidad de Yale compró al marroquí toneladas de piedras con fósiles extraídas en sus canteras, un total de 10.000 especímenes por el que desembolsaron unos 210.000 dólares, explica Van Roy. El estudio más importante sobre la nueva especie, firmado por Van Roy y Derek Briggs, veterano geólogo de Yale y exdirector del Museo Peabody, se publicó en la prestigiosa revista Nature, un podio para cualquier científico.
Van Roy destaca la labor de Ben Moula, pues sin su actividad comercial no serían posibles descubrimientos como el suyo. Además el marroquí vende más barato a los científicos. “Si miras estos precios y tienes en cuenta la cantidad de trabajo que se necesita para sacar toneladas de piedra, el precio de venta es una ganga”, reconoce Van Roy. Después de Yale, el Museo Real de Ontario (Canadá) compró este tipo de fósiles a los Ben Moula y en la actualidad la familia está en proceso de vender más material a museos europeos, dice Van Roy. El investigador reconoce las desigualdades entre los picadores que hacen el trabajo más duro y los magnates como Brahim Tahiri. Este comerciante tiene una de las mayores tiendas de fósiles de Erfoud y dinero suficiente para viajar a EE UU a vender directamente a los coleccionistas con más dinero. “En las ferias de EE UU Tahiri llega a ganar medio millón de dólares en una semana”, asegura Van Roy. Tahiri declinó ser entrevistado para este reportaje.






Una cantera de fósiles abierta por mineros con barras de hierro y picos en Kaid Ramiampliar foto
Una cantera de fósiles abierta por mineros con barras de hierro y picos en Kaid Rami JAIME CASAL


Hasna Chenaui, geóloga de la Universidad Hassan II de Casablanca, es secretaria general de la Asociación para la Protección del Patrimonio Geológico de Marruecos. Chenaui explica que la exportación sin control de fósiles no es un caso aislado. El mes pasado una casa de subastas de París puso a la venta el esqueleto casi completo de un plesiosaurio marino de nueve metros por un precio inicial 350.000 euros. El fósil, de 66 millones de años, procedía de las minas de Khouribga, en el sureste marroquí, sin que los expertos sepan cómo pudo salir del país. La presión de la asociación de Chenaui contribuyó a que el Gobierno marroquí interviniese para parar la venta, pero el fósil aún no ha vuelto al país, dice Chenaui. “Marruecos, con un patrimonio geológico tan rico, no tiene una regulación específica para protegerlo” ni la ha tenido durante décadas, explica. Esto hace que en la actualidad “todo lo que se extrae sea exportado y no permanezca en el país”, asegura.
Su asociación no apoya prohibir el comercio ni la exportación de fósiles, especialmente porque muchas familias dependen del sector, pero sí ha colaborado con el Gobierno para desarrollar una ley que regule los permisos de extracción y venta, dé derechos a los trabajadores, cree museos públicos que a su vez puedan generar turismo y desarrollo sostenible en la zona, promueva la formación académica de la gente de la región, y que impida la exportación de los fósiles de mayor valor, señala la geóloga. Según Chenaui, el desarrollo de esta regulación, a cargo del Ministerio de Energía, Minas, Agua y Medio Ambiente, se ha parado en los últimos meses. “Creo que les asustó el ruido mediático con el caso del plesiosaurio y además recibieron presiones de los vendedores y comerciantes”, explica Chenaui. Este periódico ha intentado recabar la versión del Gobierno marroquí sin éxito.



sábado, 22 de abril de 2017

Madrid

Soluciones nuevas y comunes


El 22 de abril es el Día de la Tierra. Una jornada en la que pesarán más las reivindicaciones que los festejos porque el planeta está dañado

Dia de la tierra
una bandada de pájaros sobrevuela una favela en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil, el 10 de abril de 2015. AFP

El 22 de abril es el Día de la Tierra. Un día en el que pesarán más las reivindicaciones que los festejos. La Tierra está dañada; como dañados están los derechos de las personas que la habitan. Vivimos la peor crisis humanitaria en los últimos 70 años. Casi 130 millones de personas se encuentran en una situación de extrema inseguridad alimentaria; 65 millones se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Un 1% de la población tiene el mismo patrimonio que el 99%, y el 70% de la población pobre son mujeres. La presión humana y la lucha por los recursos, todo ello agravado por el cambio climático, está llevando al planeta al límite y no solo está hiriendo a la Tierra, sino que además está causando la muerte de quien la defiende: 185 personas fueron asesinadas en 2015.
En España el panorama no es más amable. Una de cada tres niñas y niños está en riesgo de exclusión, un porcentaje que se dispara al 60% en el caso de la población inmigrante. Casi cuatro millones de mujeres y hombres siguen desempleados. En 2016, se produjeron 166 desahucios por día. Y en lo que va de 2017, han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas 21 mujeres y 3 menores.

Sumando fuerzas

Los retos que tal realidad pone sobre la mesa son múltiples y complejos. Por eso, abordarlos de forma eficaz pasa necesariamente por enfoques colectivos donde se compartan las propuestas de distintos sectores. Ese es precisamente el objetivo de Futuro en Común, un proceso en el que están implicadas organizaciones y movimientos sociales de diverso tipo que apuestan por un futuro sin pobreza ni desigualdad y en el que se respeten los límites del planeta.
Este día 22, el día de la Tierra, tenemos nuestro segundo encuentro, en Madrid. Es un momento importante porque los problemas a los que nos enfrentamos desde distintos espacios tienen causas comunes y para acabar con ellos es imprescindible trabajar en la búsqueda de soluciones comunes.
Reclamamos la universalización del trabajo decente y la protección social para superar la pobreza

Otra manera de abordar los retos

Sabemos que los problemas no se resolverán con fórmulas anticuadas y por ello es imprescindible una manera nueva de abordar los retos de manera conjunta, desde distintos enfoques y en la misma dirección. No existen recetas cerradas para proteger el planeta y garantizar los derechos humanos; pero sí hay elementos esenciales sin los que no podrá avanzarse en esa dirección.
Reclamamos la universalización del trabajo decente y la protección social para superar la pobreza a través de los ingresos generados por un empleo digno. Consideramos que la situación de desigualdad de las mujeres merece una atención especial, prioritaria, diferenciada y transversal al conjunto de políticas. Las tareas de cuidados, realizadas fundamentalmente por mujeres, deben hacerse visible.
Para alcanzar una democracia real es necesaria una educación, una sanidad y unos servicios sociales de calidad —con financiación pública suficiente—, universales y accesibles para todas las personas, sin excepción. La persistencia de las desigualdades y su incremento, además de una injusticia social, amenaza nuestra cohesión social y es un indicador de la mala salud de nuestra democracia. Enfrentarlas, en sus distintas manifestaciones, debe ser un objetivo central de cualquier política pública.
La acumulación de la riqueza mundial en manos de unos pocos debe revertirse con políticas fiscales progresivas. De hecho, la fiscalidad es un elemento clave del contrato social para garantizar nuestros derechos, enfrentar la exclusión social y la falta de oportunidades. Debe ser también un instrumento para avanzar hacia la sostenibilidad ambiental, penalizando la contaminación y el consumo excesivo de recursos naturales.
La participación ciudadana ha de garantizarse y fomentarse; nunca perseguirse
La participación ciudadana ha de garantizarse y fomentarse; nunca perseguirse. De hecho, no solo es un síntoma de buena salud de la democracia, es una condición necesaria para solucionar los problemas sociales, ambientales y económicos que nos afectan.
Y, por último, creemos que el Gobierno tiene la responsabilidad entender que, en un mundo como el actual, es urgente sabernos parte de un planeta y apostar por la mirada internacional. Acuerdos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos del Acuerdo de París (COP21) son esenciales para construir políticas que apuesten de manera coherente por la justicia social y ecológica dentro y fuera de nuestras fronteras.
Esta es la base que da sentido a nuestra plataforma “Futuro en Común”. Un futuro que cuidará de nuestra madre Tierra y de quienes en ella vivimos o no será. El recorrido que hemos iniciado es fascinante; esperamos contar contigo.
La plataforma “Futuro en Común” es un espacio donde se integran los puntos de vista y las experiencias de más de 50 organizaciones de acción social, de derechos humanos, de desarrollo, ecologistas, feministas, movimientos ciudadanos, plataformas.

jueves, 20 de abril de 2017

¿Están vivos los virus? Un nuevo descubrimiento indica que se parecen más a los zombis

Los virus plantean un problema a los biólogos porque no forman parte de ninguno de los tres grupos principales de seres vivos

Los virus plantean un problema a los biólogos porque no tienen células, por lo que no forman parte de ninguno de los tres grupos principales de seres vivos.
Los virus plantean un problema a los biólogos porque no tienen células, por lo que no forman parte de ninguno de los tres grupos principales de seres vivos. PIXABAY
¿Qué demonios es eso? Los científicos se hacen esta pregunta a diario cuando tratan de averiguar la relación existente entre los distintos seres vivos. Las respuestas no son sencillas ni triviales. Las relaciones biológicas no solo sirven para elaborar un catálogo de la vida, sino también para entender cómo ha evolucionado esta para dar lugar a sus muchas formas.
Los virus son un ejemplo perfecto. Plantean un problema a los biólogos porque no tienen células, por lo que no forman parte de ninguno de los tres grupos principales, o "dominios", de seres vivos a los que pertenecen todos los demás organismos: bacterias, arqueas (una clase distinta de microorganismos) y eucariotas (plantas, animales y hongos, entre otros). Algunos científicos sostienen que los virus no pueden considerarse seres vivos y es mejor verlos como material genético independiente que no puede replicarse por sí solo y tiene que secuestrar a una célula hospedadora. Otros opinan que los virus evolucionaron a partir de organismos celulares y, por tanto, pueden considerarse un cuarto dominio de seres vivos.
Esta última teoría se vio respaldada por el descubrimiento, hace una década, de virus gigantes que son más similares a organismos celulares. Pero un nuevo estudio, publicado en la revista Science, sobre los genomas de estos virus gigantes pone en entredicho esa idea. De modo que ¿tendrán los científicos que empezar otra vez a buscar los orígenes de los virus?
Los virus son seres diminutos, mínimos, que escapan de los matices de la vida celular. Suelen estar compuestos dematerial genético (ADN o su pariente molecular, el ARN), a menudo rodeado de una envuelta proteica llamada cápsida, que a veces posee capas adicionales tomadas de una célula hospedadora. Los virus solo pueden replicarse dentro de una célula hospedadora secuestrando su metabolismo, y a cada dominio de los seres vivos lo infecta una versión diferente de estos ocupas celulares.
Esta tremenda dependencia de las células hospedadoras los sitúa en los límites de la definición de la vida, de modo que algunos los consideran seres vivos y otros no. No es de extrañar que en la mayoría de las historias de zombis intervenga un virus. Quizás sería más fácil considerar a los virus muertos vivientes. La gran pregunta es: ¿de dónde provienen?
Existen teorías contrapuestas que intentan explicar la evolución de los virus. Una de ellas presenta a los virus como descendientes de un antiguo linaje de organismos celulares que vivían dentro de otras células y cuya estructura se fue simplificando con el tiempo. Esto los convertiría en los únicos supervivientes de un cuarto dominio de seres vivos, desaparecido hace mucho tiempo, que dejó atrás la estructura celular. Si los virus evolucionaron a partir de organismos vivos, ahora tendría sentido considerar que están vivos.

Entes independientes

Otra teoría propone que los virus surgieron como entes genéticos independientes, vagabundos del genoma que escaparon de su confinamiento celular. Podrían estar relacionados con los transposones, capaces de copiarse o recortarse del genoma y luego pegarse en otras zonas del ADN. En este caso, los virus serían el resultado de accidentes moleculares que se volvieron evolutivamente estables. Lo que significaría que nunca han sido organismos vivos completos, del mismo modo que un virus informático no es un ordenador completo. 
Ambas propuestas tienen puntos débiles. La primera no consigue explicar la simplicidad de los virus. No existe ningún otro organismo conocido con ese grado de simplificación tan extremo. Por otro lado, la segunda teoría no explica por qué los virus son mucho más complejos que otros elementos genéticos móviles, ninguno de los cuales tiene una envoltura comparable a la cápsida.
1) El virus de la gripe se une a una célula epitelial diana.  2) La célula engulle el virus mediante endocitosis.  3) Se libera el contenido del virus. El ARN vírico se introduce en el núcleo, donde la polimerasa de ARN lo replica.  4) El ARN mensajero (ARNm) del virus sirve para fabricar proteínas víricas.  5) Se fabrican nuevas partículas víricas y se liberan al líquido extracelular. La célula, que no muere en el proceso, sigue fabricando nuevos virus.ampliar foto
1) El virus de la gripe se une a una célula epitelial diana. 2) La célula engulle el virus mediante endocitosis. 3) Se libera el contenido del virus. El ARN vírico se introduce en el núcleo, donde la polimerasa de ARN lo replica. 4) El ARN mensajero (ARNm) del virus sirve para fabricar proteínas víricas. 5) Se fabrican nuevas partículas víricas y se liberan al líquido extracelular. La célula, que no muere en el proceso, sigue fabricando nuevos virus. 
En 2004, los científicos descubrieron una especie de virus gigante (o “girus”) que parecía inclinar la balanza a favor del origen celular de los virus. Hay buenos motivos para llamarlos gigantes. Algunos son 10 veces mayores, tanto por tamaño como por longitud del genoma, que nuestro querido virus de la gripe y tienen nada menos que 2.500 genes, frente a los exiguos 11 genes de aquel.
Este material genético adicional contiene instrucciones para fabricar proteínas, algo de lo que otros virus carecen en gran medida, pero que sí se encuentra en otras formas de vida. El sistema molecular no está completo y los virus gigantes también tienen que invadir células para fabricar más virus gigantes. Pero algunos investigadores señalan que estos genes podrían ser restos de un pasado celular, lo que respaldaría la existencia de un cuarto dominio de seres vivos.
Por otra parte, la saltarina naturaleza genética de los virus los vuelve proclives a tomar genes de otros organismos. Lo cual ha llevado a otros a sostener que todos estos genes adicionales de los virus gigantes son consecuencia del robo evolutivo.

Problema gigante

Ahora, un nuevo estudio ha confirmado la naturaleza “prestada” de todos estos genes de los virus. La investigación emplea los métodos más avanzados, denominados secuenciación de nueva generación (NGS, por su sigla en inglés) para mapear el ADN tomado en una planta de tratamiento de aguas residuales de Klosterneuburg (Austria). Durante los últimos años, los estudios basados en la NGS han revelado una miríada de nuevas formas de vida y, en este caso concreto, la NGS ha permitido descubrir un linaje completamente nuevo de virus gigantes, los klosneuvirus.
Entre todos los virus gigantes, los klosneuvirus poseen el mayor conjunto de genes implicados en la fabricación de proteínas. Comparando los genomas de los distintos virus gigantes y reconstruyendo cuidadosamente su evolución, los investigadores ponen de manifiesto, convincentemente, que la maquinaria de fabricación de proteínas de estos virus gigantes es una adición genética relativamente reciente (no los restos de un genoma ancestral más grande).
En el estudio se sostiene que las células hospedadoras que estos virus intentaban secuestrar podrían haber desarrollado una estrategia de defensa basada en ocultarles las proteínas a los invasores. En consecuencia, los virus se adaptaron incorporando algunos de estos genes a su genoma. Los investigadores llegan a la conclusión de que los virus gigantes analizados en este estudio han evolucionado en distintas ocasiones a partir de virus más pequeños, lo que descarta la idea de que evolucionasen a partir de organismos celulares.
No obstante, las nuevas pruebas no acaban del todo con los virus. En el árbol de la vida se descubren nuevos nudos cada día, y un nuevo hallazgo aún podría aportar un vínculo entre la vida celular y la acelular (o probar lo contrario). Hasta entonces, seguiremos reflexionando sobre la naturaleza de la vida y la relación entre los zombis y los virus, y nos preguntaremos "qué demonios es eso".
Jordi Paps es profesor en la Facultad de Biología en la Universidad de Essex. 
Cláusula de divulgación
Jordi Paps no trabaja para ninguna empresa ni organización que pueda beneficiarse de este artículo, ni asesora o posee participaciones en ella, y no ha comunicado ninguna afiliación digna de mención, aparte del puesto académico antes indicado.