Una terapia génica evita la enfermedad que obliga a recibir transfusiones sanguíneas de por vida
Un tratamiento experimental contra la anemia hereditaria evita que personas jóvenes dependan de las inyecciones de glóbulos rojos para sobrevivir.
Curar enfermedades congénitas corrigiendo defectos en el ADN de los pacientes es una realidad cada vez más palpable. El año pasado EE UU aprobó su primera terapia génica para combatir la leucemia linfoblástica aguda en personas jóvenes. Ahora, otro tratamiento de este tipo aún experimental ha corregido la beta talasemia, una de las anemias hereditarias más comunes.
La talasemia se debe a una mutación en el gen HBB que afecta a la producción de hemoglobina, la proteína encargada de transportar el oxígeno a órganos y tejidos. La beta talasemia, que afecta a uno de cada 100.000 nacimientos, es la variante más grave y obliga a recibir desde la infancia transfusiones de sangre cada pocas semanas, lo que a su vez origina problemas por la acumulación de hierro en la sangre.
El nuevo tratamiento consiste en extraer células madre hematopoyéticas de la médula ósea de los pacientes e inyectarles LentiGlobin, un fármaco basado en una variante desactivada del VIH que contiene una pequeña secuencia de ADN. El virus entra en las células madre de los enfermos y añade esa secuencia al gen HBB para corregir el defecto que causa la enfermedad.
Si se sostienen los efectos observados estamos muy cerca de una curación de la enfermedad
Los pacientes recibieron primero una sesión de quimioterapia para evitar rechazo y después una única inyección con sus propias células madre ya corregidas. De los 22 pacientes de entre 12 y 35 años en EE UU, Francia, Tailandia y Australia que han recibido el tratamiento hasta el momento 15 llevan una media de más de dos años sin necesitar transfusiones y el resto las precisa menos a menudo, según los resultados de dos ensayos publicados hoy en la revista médica The New England Journal of Medicine. Los efectos adversos observados no fueron graves y son similares a los de otros trasplantes autólogos.
El fármaco lo comercializa la empresa estadounidense Bluebird Bio y se basa en los estudios preclínicos dirigidos por los equipos de Philippe Leboulch, investigador del Hospital Brigham Women’s de Boston, y Marina Cavazzana, de la Universidad París-Descartes. El tratamiento está ya en la última fase de pruebas para medir su eficacia en más de 30 pacientes en hospitales de EE UU y Europa. Además se va a seguir la evolución de los pacientes ya tratados durante 15 años.
Estos pacientes pueden ser los primeros que se curan de esta enfermedad sanguínea. “Una vez corregido el defecto genético y reinyectadas, las células madre viajan hasta sus nichos naturales en la médula ósea”, explica José Carlos Segovia, investigador de la división de Terapias Innovadoras en el Sistema Hematopoyético del CIEMAT. “Estas células se mantienen activas durante toda la vida y producen glóbulos rojos maduros sanos, así que con solo una inyección la capacidad de producir suficiente hemoglobina se puede mantener durante mucho tiempo. Si se sostienen los efectos observados, estamos en una situación muy próxima a una curación de la enfermedad”, resalta.
Los resultados son un nuevo éxito para un tipo de terapia que ha estado en desarrollo unas tres décadas y que hasta hace muy poco apenas había conseguido resultados positivos. En 2016 Europa aprobó una terapia génica que corrige una mutación en un solo gen en células madre sanguíneas que causa deficiencia de adenosina deaminasa, una inmunodeficiencia severa englobada dentro del llamado síndrome del niño burbuja. Aunque por ahora las aplicaciones se han limitado a tratar células extraídas de los pacientes para después reinyectarlas, también hay en marcha ensayos en los que otro tipo de virus desactivados se dirigen al hígado para corregir la hemofilia. En España, cinco niños han recibido una terapia génica para corregir la anemia de fanconi, explica Segovia, que espera poner en marcha este año otros dos ensayos similares para otras dolencias raras.
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