La vida artificial ya está aquí
El ensamblaje del ADN permite fabricar una levadura con una parte de su genoma sintética
El avance permitirá conseguir mejores antibióticos o biocombustibles
Científicos
de varias universidades norteamericanas y europeas han logrado “el monte
Everest de la biología sintética”, como dicen los editores de Science: el primer
cromosoma eucariótico fabricado en el laboratorio. Se trata de un cromosoma de
levadura, el hongo que se usa para hacer cerveza, pan, biocombustible y la
mitad de la investigación sobre los organismos eucariotas, como nosotros. La
capacidad de introducirle un cromosoma sintético a ese organismo permitirá
mejorar todo lo anterior, como hacer biocombustibles más sostenibles para el
entorno o diseñar nuevos antibióticos, además de un nuevo continente de
investigación sobre la pregunta del millón: cómo construir el genoma entero de
un organismo superior. La reconstrucción de un neandertal, por ejemplo, sería
imposible sin este paso esencial.
La
biología sintética es una disciplina emergente que trata no ya de modificar
organismos, sino de diseñarlos a partir de principios básicos. En los últimos
cinco años ha logrado avances espectaculares, como la síntesis artificial del
genoma completo de una bacteria y varios virus. Pero esta es la primera vez que
consigue fabricar un cromosoma completo y funcional de un organismo superior, o
eucariota (una célula buena, en griego, la que forma los humanos). El consorcio
liderado por Jef Boeke, director del Instituto de Genética de Sistemas de la
Universidad de Nueva York, presenta su rompedor resultado en la revista Science.
“Nuestra
investigación mueve la aguja de la biología sintética desde la teoría hasta la
realidad”, dice Boeke, uno de los pioneros de este campo. “Este trabajo
representa el mayor paso que se ha dado hasta la fecha en el esfuerzo
internacional para construir el genoma completo de una levadura sintética”.
Boeke
empezó este proyecto hace siete años en otra universidad, la Johns Hopkins de
Baltimore, enrolando a 60 estudiantes universitarios en un proyecto llamado
Build a genome (construye un genoma). Las técnicas para sintetizar ADN han
mejorado mucho en la última década, pero suelen producir tramos bastante cortos
de secuencia, no mucho más allá de 100 o 200 letras
(tgaagcct…). Los estudiantes se ocuparon de ir pegando esas secuencias
sintéticas en tramos cada vez mayores. El cromosoma final mide cerca de 300.000
letras.
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Que
un hito científico se refiera a la levadura (Saccharomyces
cerevisiae), un hongo unicelular que ya utilizaban los antiguos
egipcios para hacer la cerveza, parece una buena paradoja o un mal chiste, pero
no es así. La división fundamental entre todos los seres vivos de la Tierra no
es la que existe entre plantas y animales, ni entre microorganismos y especies
grandes o macroscópicas: es entre procariotas (bacterias y arqueas) y
eucariotas (todos los demás, incluidos nosotros).
Y
lo importante de la levadura es que, por mucho que sea un organismo unicelular,
cae en nuestro lado de la barrera. No es exagerado decir que la mayor parte de
lo que sabemos sobre la biología humana se debe a la investigación de este
familiar hongo de apariencia modesta. La levadura tiene unos 6.000 genes, y
comparte un tercio de ellos con el ser humano, pese a los 1.000 millones de
años de evolución que nos separan.
Los
cromosomas son los paquetes en que se reparte el genoma de los organismos
superiores, o eucariotas. Son mucho más que un trozo de ADN: están empaquetados
en complejas arquitecturas formadas por centenares de proteínas que interactúan
con el material genético, como las histonas. Están dotados de un centrómero, la
maquinaria especializada en distribuir una copia del genoma a cada célula hija
en cada ciclo de división celular; y sus extremos están protegidos por unos
sistemas singulares, los telómeros, que garantizan la integridad de la
información genética en cada ciclo de replicación. De ahí que el logro actual
vaya mucho más allá que la síntesis del genoma de una bacteria que se había logrado
hasta ahora.
Los
humanos tenemos el genoma dividido en 23 cromosomas (o pares de cromosomas); la
levadura lo tiene distribuido en 16, y los científicos se han centrado en el
más pequeño de ellos, el número 3. Han extraído al hongo su cromosoma 3 natural
y lo han sustituido por su versión sintética, llamada synIII, que cubre las
funciones de su colega natural pese a estar extensivamente alterado con toda
clase de elementos artificiales diseñados para facilitar su manipulación en el
futuro inmediato.
Que
el cromosoma sintético funcione en su entorno natural, una célula viva de
levadura, es el verdadero hito del trabajo, según los investigadores. “Hemos
mostrado”, dice Boeke, “que las células de levadura que llevan el cromosoma
sintético son notablemente normales; se comportan de forma casi idéntica a las
levaduras naturales, salvo por que ahora poseen nuevas capacidades y pueden
hacer cosas que sus versiones silvestres no pueden hacer”.
La
versión natural del cromosoma 3 de Saccharomyces
cerevisiae tiene 316.667 bases (las letras del ADN a, g, t, c). La versión
sintética es un poco más corta, con 273.871 bases, como consecuencia de las más
de 500 alteraciones que los científicos han introducido en él. Entre estas
modificaciones se encuentra la eliminación de muchos tramos de ADN repetitivo
que no tienen función alguna, ya estén situados entre un gen y otro (secuencias
intergénicas) o dentro mismo de los genes (intrones).
También
han eliminado los transposones, o genes que saltan de una posición a otra en el
genoma de todos los organismos eucariotas. El cromosoma artificial synIII
también lleva muchos tramos de ADN añadidos por los investigadores. El número
total de cambios de un tipo u otro se acerca a los 50.000, pese a lo cual el
cromosoma sintético sigue siendo funcional.
Pese
a sus evidentes implicaciones para la biología fundamental –¿puede construirse
el genoma de un organismo superior, incluido el ser humano, a partir de
compuestos químicos sacados de un bote de la estantería?—, el proyecto tiene
sobre todo objetivos aplicados. Y no solo en las áreas industriales, como la
fabricación de pan y bebidas, en las que este organismo se ha utilizado
siempre.
Una
de las aplicaciones que resaltan los autores es la mejora en la manufactura de
medicinas como la artemisina para la malaria o la vacuna para la hepatitis B.
Como la mayoría de los antibióticos provienen de hongos, y la levadura es uno
de ellos, también cabe predecir avances en el diseño y producción de estos
medicamentos.
Más
a largo plazo, las levaduras sintéticas pueden facilitar la síntesis de
medicamentos anticancerosos como el Taxol, cuya vía de síntesis es tan
complicada e implica a tantos genes que supone un formidable escollo para las
tecnologías convencionales. En un área industrial muy distinta, esta
tecnología, según esperan sus autores, servirá para desarrollar biocombustibles
más eficaces que los actuales, entre ellos alcoholes como el butanol, y también
diésel de origen biológico.
Y,
por supuesto, synIII es solo el primero de los 16 cromosomas de la levadura que
los investigadores logran sintetizar. Los intentos de repetir la hazaña con los
otros 15 cromosomas ya están en proyecto, y forman parte de un programa
internacional llamado Sc 2.0 que implica a científicos de Estados Unidos,
China, Australia, Singapur y el Reino Unido. En el nombre del proyecto, Sc es
por Saccharomyces cerevisiae,
el nombre científico de la levadura de la cerveza, y el 2.0 quiere enfatizar lo
mucho que los seres vivos están a punto de parecerse a cualquier otro
desarrollo tecnológico. El objetivo es construir un genoma completo de
levadura, o el primer organismo complejo sintetizado en el tubo de ensayo.
Echando
la vista más hacia el futuro, cabe especular sobre la resurrección de especies
extintas como el mamut o el neandertal, cuyos genomas ya han sido secuenciados
a partir de sus restos fósiles. Si estos proyectos llegan a abordarse alguna
vez, tendrán que basarse en una técnica similar a la que Boeke y sus colegas
acaban de poner a punto para este engañosamente simple hongo que tan servicial
ha resultado a la especie humana desde los albores del neolítico.
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