domingo, 3 de mayo de 2015

Pepito, una maravilla del registro fósil

El dinosaurio 'Concavenator' es una pieza única, una rareza que consiste en un esqueleto casi entero de un animal de seis metros de longitud.

El hallazgo y estudio de Concavenator corcovatus(Cazador jorobado de Cuenca) dinamizó, hace algo más de cuatro años, la dinosauriología española, generando una gran expectación dentro y fuera de nuestro país. Durante algún tiempo, el fandom dinomaníaco se agitó de forma entusiasta saludando a Pepito, su apodo oficial. Las razones para explicar tanta agitación pueden resumirse en dos apartados: los rasgos singulares del fósil y las características especiales del dinosaurio al que pertenece. El fósil es una pieza única, una rareza que consiste en un esqueleto casi entero, con sus huesos en conexión anatómica, de un animal de seis metros de longitud. El mayor y más completo, de estas características, hallado en Europa. Además de sus huesos, el fósil de Pepito tiene un tesoro científico añadido: evidencias de sus tejidos tegumentarios, piel y escamas, en diversos lugares de su anatomía. Esta es la circunstancia que ha permitido conocer su podoteca, es decir, la cubierta de escamas del pie.
Por otra parte, Pepito tiene dos características que lo hacen único: una especie de joroba y evidencia del origen de las plumas de las alas de las aves. La joroba es peculiar. Está producida por el aumento espectacular de tamaño en las espinas neurales de dos de las últimas vértebras anteriores a la pelvis. En vida del animal parecería probablemente como una especie de promontorio con un ápice marcado. Otro rasgo interesante de Pepito es la presencia en la ulna (cúbito) de pequeñas papilas que en las aves actuales sirven para la inserción de determinadas plumas de las alas. Pepito no tendría plumas, sino las estructuras ancestrales de las mismas.
La fama de Concavenator se ha incrementado en los últimos tiempos. Una de las muestras más evidentes está en diferentes museos japoneses. Pepito ha sido el protagonista de la exposición Dinosaurios Maravillosos de España en tierras japonesas. Es la primera exposición de dinosaurios españoles que sale del país.
Ahora, los aficionados a los dinosaurios pueden ver magníficas reconstrucciones de este terópodo en el Museo Paleontológico y en La Ruta de los Dinosaurios de Cuenca. Llega el buen tiempo. No lo piensen más. Metan la tortilla en la fiambrera y vayan a disfrutar de la Ruta de los Dinosaurios. Cuando estén viendo a Pepito, en el pintoresco pueblo de La Cierva, piensen que estos fabulosos depredadores vivían allí mismo, pero hace 125 millones de años.
José Luis Sanz es catedrático de Universidad Autónoma de Madrid, y Francisco Ortega es profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

Dinosaurio con pies de gallina

El ‘Concavenator’ hallado en Cuenca muestra cómo eran las patas de los grandes saurios mesozoicos carnívoros

 
El famoso tiranosaurio de Parque Jurásico tenía los pies como una gallina. La película presumía de haber contado con la asesoría científica de un gran paleontólogo, Jack Horner, para ajustarse, en la medida de lo posible, al conocimiento de los expertos sobre aquellos fascinantes animales del pasado. Pero no había ninguna prueba de que un dinosaurio carnívoro tuviera que tener los pies recubiertos de escamas, más allá de la lógica deducción por su directo parentesco con las aves actuales. Así que los dinosaurios de cine, de los cómics y de las ilustraciones científicas han venido caminando sobre extremidades como las de las gallinas simplemente porque era la hipótesis más probable. Ahora, el pie de un gran dinosaurio, cuyo esqueleto fosilizado fue descubierto en Cuenca en 2003 y dado a conocer en 2010, muestra, por primera vez, que efectivamente los dinosaurios carnívoros tenían los pies cubiertos de escamas y con almohadillas en las plantas, como una vulgar pata de pollo.
Contorno de dedos y las almohadillas plantares del dinosaurio 'Concavenator corcovatus'. / UAM
El ejemplar en cuestión es famoso no solo en el mundo científico, sino entre los aficionados a los dinosaurios. Es el Concavenator corcovatus, apodado Pepito y con un rasgo sorprendente en su esqueleto: su joroba. Vivió hace unos 125 millones de años (hace 66 millones de años se produjo la extinción masiva de los dinosaurios, exceptuando las aves) y su hallazgo causó sensación al tratarse de un género y una especie desconocidas hasta entonces. Con sus seis metros de largo, muy completo, el esqueleto fósil de Pepito apareció en el yacimiento conquense de Las Hoyas.
Ahora los científicos han centrado su análisis en la extremidad posterior derecha, “Dada la postura que tiene el fósil, es decir, colocado lateralmente dentro de las calizas laminares en las que se conserva, sólo es posible observar bien su lado expuesto, el derecho”, explica Elena Cuesta, que ha liderado esta investigación codirigida por Francisco Ortega, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “El pie izquierdo está colocado debajo de la extremidad derecha y solo se observa uno de sus dedos”, continúa esta especialista. Lo mismo sucede con las patas delanteras: la mano derecha del fósil está bien expuesta —y no tiene escamas—, no así la izquierda.
Las aves actuales mantienen rasgos de hace 125 millones de años
El buen estado de conservación de Pepito ayuda mucho a los paleontólogos. Una de las grandes dificultades a la hora de reconstruir la forma de vida de un animal extinto y remoto es conocer cómo serían las partes blandas de su cuerpo, que tan mal fosilizan, como la piel, la presencia o no de plumaje, el color... Y este pie del Concavenator “tan completo y bien preservado, es el primer hallazgo que permitiría acercarnos más al conocimiento de la apariencia que tendrían estos animales”, añade Cuesta. Recalca, además, su importancia para analizar las icnitas, las huellas de dinosaurio, porque esas improntas de los dinosaurios conservadas en la roca hablan de los huesos y el contorno de los pies, pero no de la piel ni de las almohadillas, “que serían la parte anatómica que verdaderamente produjo esa huella”. Es lo que se llama técnicamente la podoteca, es decir, el estuche que recubre el pie.
En el pie derecho de Pepito los científicos reconocen tres tipos de escamas ordenadas en un patrón concreto: unas más pequeñas y de contorno irregular que están en las almohadillas plantares y detrás de la pata; otras de tamaño intermedio en el lateral del pie y finalmente las escamas hexagonales, de gran tamaño, que cubren la parte delantera y superior del pie y la extremidad. Cuesta, Ortega y Sanz lo describen con todo detalle en la revista Cretaceous Research.
Y esa estructura de la piel del Concavenator, que estaría presente en todos los dinosaurios carnívoros, se ha mantenido en la evolución 125 millones de años hasta las aves actuales. O casi, porque la adaptación evolutiva en que se agarran a las ramas de los árboles ha hecho que la disposición de los dedos sea distinta de la primitiva, la que presenta Pepito, y que es como la de los emus actuales, las avestruces... y las gallinas. En cuanto a los dinosaurios herbívoros, apenas se tiene información.
 

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