domingo, 2 de diciembre de 2018

Así serán los próximos niños modificados genéticamente

El congreso mundial de edición genética concluye con una luz verde a futuros ensayos clínicos y con sugerencias sobre los genes en los que actuar

manipulacion genetica
Una investigadora muestra la actuación sobre el gen PCSK9 en un embrión, en un laboratorio de Shenzhen (China). AP/MARK SCHIEFELBEIN
Ya hay dos tipos de personas: las modificadas genéticamente y las naturales. El abominable experimento del científico chino He Jiankui ha cambiado la humanidad para siempre. Desde el lunes, cuando anunció el nacimiento de dos niñas gemelas con su ADN remendado, la pregunta ya no es quién se atreverá a dar el primer paso, sino cuáles serán los límites para transformar a la siguiente generación de seres humanos. “Va a ser imposible evitar la existencia de un mercado negro de edición genética. La gente querrá un niño perfecto y estará dispuesta a pagar mucho para tener uno. Podemos estar solo ante el comienzo de un mercado negro de la perfección”, alerta el filósofo Julian Savulescu, director del Centro Uehiro para la Ética Práctica de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
En cada minúscula célula humana hay unos dos metros de moléculas de ADN plegadas de manera casi inconcebible. En esos dos metros hay unos 22.000 genes, con la información necesaria para construir y hacer funcionar a una persona. Uno de estos genes, el bautizado CCR5, contiene las instrucciones, escritas en unas 6.000 letras, para fabricar una proteína que el virus del sida utiliza como puerta de entrada a los glóbulos blancos de la sangre. Sin embargo, a algunas personas les faltan 32 letras en este gen, y esto los hace inmunes al virus del sida. Es una mutación natural que solo tiene un pequeño porcentaje de personas (el 1% en el caso de los europeos).
“Va a ser imposible evitar la existencia de un mercado negro de edición genética”, alerta el filósofo Julian Savulescu
El experimento de He Jiankui consistió en intentar imitar esta mutación natural. El investigador chino inyectó en embriones de unas pocas células el CRISPR, una especie de tijeras moleculares capaces de cortar el ADN donde se desea. El problema es que la técnica experimental, creada en 2013 y todavía en perfeccionamiento, comete errores. Los resultados, si no son un gigantesco engaño, muestran que solo una de las niñas presenta el cambio buscado y que ambas hermanas exhiben mutaciones indeseadas y de efectos desconocidos, que serían heredadas por sus hijos. Es una chapuza sin ninguna ventaja médica: los embriones estaban sanos antes de que He Jiankui decidiera actuar en ellos.
“Que el primer ejemplo de edición de la línea germinal humana [un cambio heredable para la siguiente generación] haya sido un paso en falso no debería llevarnos, de ninguna manera, a meter la cabeza en la arena y a no considerar los aspectos muy muy positivos de un camino más responsable hacia un uso clínico”, expuso el miércoles George Daley, decano de la Escuela Médica de Harvard.
Daley intervino esta semana en el mismo congreso mundial de Hong Kong en el que He Jiankui detalló su experimento minutos después. El directivo de Harvard mostró una especie de hoja de ruta al público, con “un rango de potenciales aplicaciones [de la edición genética en embriones], algunas de las cuales provocarán más entusiasmo que otras”. En el extremo menos necesario colocó “las mejoras” genéticas, un eufemismo para referirse a la eugenesia pura y dura, como la actuación sobre el gen MSTN para aumentar la masa muscular. Ya se ha hecho en animales de granja para producir más carne.
“Me sorprendería que las primeras indicaciones que consideremos más factibles no sean aquellas contra enfermedades muy devastadoras”, arrancó Daley. La primera de su lista era la enfermedad de Huntington, una patología provocada por un defecto hereditario en un solo gen que desencadena el desgaste progresivo de las neuronas del cerebro. No tiene cura. Los afectados mueren, de media, unos 13 años antes que el resto de la población.
La segunda en la clasificación era la enfermedad de Tay-Sachs, otro trastorno hereditario espantoso y poco común. Una mutación en un solo gen, frecuente entre los judíos askenazíes europeos, genera la acumulación de una sustancia grasienta en el cerebro. Los niños mueren antes de los cuatro años. Y Daley añadió a su lista otras dos enfermedades causadas por un solo gen defectuoso: la fibrosis quística, caracterizada por la formación de un moco espeso potencialmente letal en los pulmones, y la anemia de células falciformes, que deforma los glóbulos rojos en personas de ascendencia africana.
"No vamos a poder parar esto. El CRISPR es una técnica barata que no necesita mucho personal", advierte el experto en bioética Íñigo de Miguel
“La cumbre de Hong Kong es la primera en la que ya se habla abiertamente de modificar la línea germinal humana. No vamos a poder parar esto. El CRISPR es una técnica barata que no necesita mucho personal”, advierte Íñigo de Miguel, experto en bioética de la Universidad del País Vasco. “Tenemos que encarar el debate ya, porque va a marcar nuestro futuro. Dentro de 20 años nos pueden dar a elegir entre tener un hijo con la lotería genética de la reproducción sexual o tenerlo mediante fecundación in vitro con opciones de editarlo genéticamente”, plantea De Miguel. A su juicio, no hay que frenar la investigación, sino acelerarla, para dominar la tecnología y poder revertir cualquier actuación inaceptable.
El decano de Harvard puso otra opción más polémica sobre la mesa: modificar genes no vinculados a un trastorno catastrófico seguro, sino simplemente a un mayor o menor riesgo de padecer una enfermedad, como el CCR5 trastocado por el chino He Jiankui. Son hipotéticas vacunas genéticas. Para Daley, los principales candidatos son el gen PCSK9, asociado a enfermedades cardiovasculares; el A673T, protector frente al alzhéimer; y los genes BRCA1 yBRCA2, cuyas alteraciones puede resultar en un cáncer de mama o de ovario.
En su libro Una grieta en la creación. El nuevo poder para controlar la evolución, publicado en 2017, la genetista estadounidense Jennifer Doudna confesó sus pesadillas. Doudna, una de las madres de la técnica CRISPR, narró que una noche había soñado que Adolf Hitler, disfrazado con una careta de cerdo, le preguntaba por su revolucionaria tecnología. Este jueves, Doudna firmó la declaración final del congreso mundial de Hong Kong: “Los riesgos son demasiado grandes como para permitir ensayos clínicos de edición de la línea germinal humana en este momento. Sin embargo, el progreso en los últimos tres años y las discusiones en la cumbre actual sugieren que ha llegado el momento de trazar un camino riguroso hacia esos ensayos”. Traspasada la línea roja, ya no hay marcha atrás.

Una científica rompedora de tradiciones

Margarita Salas cumple 80 años convertida en uno de los mayores referentes de la científicas españolas

La científica Margarita Salas, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en 2015.
La científica Margarita Salas, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en 2015. CARLOS ROSILLO
“Bah, una chica. Voy a darle algo fácil y si no sale, no importa”. Eso es lo que pensó Alberto Sols cuando a principios de la década de los sesenta, una joven licenciada en Química fue a decirle que quería hacer la tesis doctoral. El propio Sols lo contó en público cuando aquella “chica” ganó el Premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica en 1986. Aquella mujer que era Margarita Salas superó en muchísimo las bajas expectativas de Sols y se convirtió en la científica más reconocida del siglo XX en España. Y esta pionera que cumple este viernes 80 años sigue trabajando todavía como una joven tenaz y emprendedora.
Una tenacidad, la de Margarita Salas, que no solo tuvo que enfrentarse a las dificultades que cualquier joven encontraba en la gris España franquista para dedicarse a la ciencia sino que, en su caso y por su condición de mujer como evidencia claramente el recuerdo de Alberto Sols, tuvo que superar también ciertas trabas machistas. En esta cuestión es interesante cómo ha evolucionado la propia investigadora a lo largo de los años. Ella misma ha reconocido que tardó mucho tiempo en darse cuenta y ponerle nombre a aquello que había vivido durante el inicio de su carrera, los sesgos sexistas.
Que encontró barreras no hay duda pero también que decidió seguir a pesar de ellas. Desde su vuelta de EE UU, tras el postdoctoral, dirigió su propio grupo de investigación. Y en ese grupo pronto hubo otras mujeres. Algunas de ellas ocupan ahora importantísimos puestos y casi todas reconocen que ver a Margarita Salas dirigiendo el laboratorio en el que se formaron les demostró en la práctica que podían intentar llegar a dónde quisieran. Ella ha sido pionera de una saga de biólogas y biólogos moleculares que han puesto muy alto el listón de la investigación biomédica en nuestro país y una rompedora de tradiciones que ha abierto camino para jóvenes de ambos sexos.
Margarita Salas tuvo a su hija Lucía a los 37 años, cuando ya era Profesora de Investigación del CSIC. Llevaba casada con el también investigador Eladio Viñuela desde los 24 así que es fácil imaginar las presiones de todo tipo, familiares y sociales, que debió sufrir durante esos años. Pero ella decidió sobre su vida. En este momento en el que es evidente la necesidad de mujeres científicas que sirvan de referencia a las niñas y a las jóvenes, ahí está ese ejemplo. Un ejemplo que Margarita Salas, con total seguridad, no tenía ningún empeño en dar. Ella es una mujer discreta e incluso tímida. Y a pesar de ello es casi la única científica española cuyo nombre es conocido por los españoles que saben el nombre de alguna investigadora.
Esta visibilidad la ha logrado Margarita permaneciendo fiel sobre todo a sí misma y al fago phi29. Las dos cosas eran inusuales para su generación y eran de alto riesgo. La primera, tiene que ver con labrarse un perfil propio, independiente de su director de tesis doctoral, independientemente también de su novio (además de compañero durante los años de tesis) y luego marido, Eladio Viñuela, y del propio Severo Ochoa, con quien hizo su trabajo postdoctoral en Nueva York desde 1964. Era muy rompedor en aquellos años que una mujer mostrara la férrea vocación y dedicación a la carrera investigadora que ella mostró.
En este momento en el que es evidente la necesidad de mujeres científicas que sirvan de referencia a las niñas y a las jóvenes, ahí está ese ejemplo. Un ejemplo que Margarita Salas, con total seguridad, no tenía ningún empeño en dar
En cuanto al pequeño bacteriofago phi29, un virus de apenas 20 genes que infecta bacterias, ha ocupado los desvelos investigadores del grupo liderado por Salas, primero en el Centro de Investigaciones Biológicas, al volver de EE UU en 1967, y desde el año 1977 en el entonces recién inaugurado Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC. España era en aquellos años un erial para la investigación y Margarita ha recordado que uno de los primeros aprendizajes que tuvieron que hacer ella y Eladio era cómo importar equipo y comprar reactivos en el extranjero, imprescindibles para poder hacer experimentos competitivos. La línea de investigación con phi29 como modelo sirvió para establecer nuevos principios en biología molecular y permitió descubrir que la enzima que utilizaba el fago para replicar su material genético, la ADN polimerasa, tenía propiedades especiales para amplificar otros genes. Este descubrimiento sirvió a Margarita en 1989 para, en otra decisión pionera dentro de la investigación científica en España que aún no sabía lo que era la transferencia de tecnología, registrar una patente que daría décadas más tarde casi cuatro millones de euros en royalties.
Margarita Salas, la única científica española que pertenece, desde 2007, a la Academia Nacional de Ciencias de los EE UU, tendrá un gran homenaje el próximo 1 de diciembre en el marco de Talent Woman, el evento dedicado a las mujeres, la ciencia y la tecnología. Felicidades, Margarita. Felicidades, maestra.  
Flora de Pablo es Profesora de Investigación en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, ex directora general del Instituto de Salud Carlos III y presidenta fundadora de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT)
Victoria Toro es periodista, consultora de comunicación científica y directora de Comunicación de AMIT.

lunes, 26 de noviembre de 2018

¿De dónde recibió la información genética el primer ser vivo de la Tierra?

Entre los científicos que se dedican a estudiar el origen de la vida hay un gran consenso sobre que el primer material genético probablemente fue el ARN

Cadena de ADN.
Cadena de ADN. PIXABAY
Es importante empezar diciendo que lo que voy a responder es en parte especulación porque, aunque hay muchas evidencias que indican que pudo ser así, no podemos tener una certeza total sobre cómo fue el camino recorrido por la vida en épocas tan remotas como hace 3.850 millones de años. Y lo que está claro es que no podemos volver a ese momento para ver qué sucedió realmente.
A pesar de ello, entre los científicos que se dedican a estudiar el origen de la vida hay un gran consenso sobre que el primer material genético no pudo ser el ADN (ácido desoxirribonucleico), sino que probablemente fue el ARN (ácido ribonucleico). Para entender por qué se ha llegado a esa conclusión debes conocer la forma en que funciona la vida actual. El ADN guarda la información hereditaria, es decir, las instrucciones sobre cómo es cada ser vivo, cuáles son sus capacidades y qué es lo que le distingue del resto. Con esta información la célula va a dirigir la formación de otras moléculas, las proteínas, que harán funcionar el organismo gracias a su capacidad para formar estructuras y facilitar las reacciones propias de la vida. Esto, que dicho así parece muy simple, requiere, sin embargo, mecanismos muy sofisticados para pasar de la molécula que almacena la información, el ADN, a las moléculas que la ejecutan, las proteínas. Y estos mecanismos no pudieron aparecer de repente, sino que son propios de un estado en el que la vida tendría que haber llegado ya a un alto nivel de complejidad.

El problema alcanza grado de paradoja cuando vemos que los procesos que tienen lugar para pasar desde el ADN a las proteínas necesitan la intervención de otras proteínas, las cuales para ser sintetizadas requieren también información contenida en el ADN. Se plantea algo similar a la adivinanza que nos contaban de niños: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En este caso, ¿qué fue antes el ADN o las proteínas? La solución parece estar en otra molécula, el ARN, que tiene las dos capacidades: almacenar información basada en el orden en que se disponen los nucleótidos que lo componen (como hace el ADN) y capacidad catalítica, similar a la de las proteínas. Ya el solo hecho de que el ADN esté en el núcleo y el ARN sea la molécula que va al ribosoma, la estructura donde va a ser “leído” para dirigir la síntesis de proteínas, nos dice mucho.
Respecto a la capacidad del ARN para almacenar información tenemos dos ejemplos actuales en los que esto sucede así. Son los viroides y los virus de ARN. Los viroides son agentes infecciosos de plantas que están compuestos solo por ARN que, sorprendentemente, no codifica para proteínas. Es decir, es la propia molécula de ARN la que es capaz de llevar a cabo todo el proceso infeccioso en la planta. En los virus de ARN, como su propio nombre indica, la molécula que almacena la información genética es precisamente el ARN, aunque en este caso sí contiene información para dar lugar a la síntesis de las proteínas virales.
Se plantea algo similar a la adivinanza que nos contaban de niños: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En este caso, ¿qué fue antes el ADN o las proteínas?
La otra capacidad del ARN, la de catalizar reacciones, es posible gracias a que el ARN no forma cadenas dobles en forma de doble hélice como sucede en el ADN, sino que permanece como cadena sencilla que se pliega espacialmente en forma de estructuras tridimensionales que maximizan su estabilidad. Bien, pues en estas estructuras tridimensionales pueden generarse centros específicos donde se aproximen moléculas de sustrato y reaccionen entre ellas. Así, de un modo similar a como lo hacen las proteínas, las moléculas de ARN pueden catalizar reacciones. Todo esto nos hace pensar que la primera información genética, o lo que es lo mismo, las primeras moléculas capaces de iniciar un proceso de evolución darwiniana para dar lugar a la vida actual estaban formadas por ARN.
En cualquier caso yo no creo que en esa Tierra primitiva hubiera solo moléculas de ARN. Seguramente había una mezcla muy compleja de moléculas de ARN que estaban llevando a cabo estos procesos catalíticos y este almacenamiento de información, pero por otro lado también habría pequeños péptidos que podrían ayudar en la copia de ese ARN. Porque uno de los problemas no resueltos es cómo era la copia de esas moléculas informativas, ya que de momento no se ha conseguido aislar ninguna ribozima capaz de catalizar su propia replicación. Si pensamos en el origen de la vida, la imagen que puede venirnos a la cabeza es la de un charco de agua sucia conteniendo moléculas de lípidos que comenzarían a formar las membranas primitivas, superficies del tipo de las arcillas que ayudarían al ensamblaje de moléculas complejas y, como hemos dicho, una mezcla de moléculas que de forma conjunta favorecieran la emergencia de sistemas capaces de almacenar información y realizar un metabolismo primitivo.
Ester Lázaro es investigadora científica. Experta en Evolución. Centro de A

Así manda una de las pocas hembras dominantes del mundo animal

Las hienas no vencen porque tengan mayor fuerza física, sino por la capacidad para construir coaliciones más numerosas

Dos hienas se aproximan a un tercer ejemplar, en actitud amenazante.
Dos hienas se aproximan a un tercer ejemplar, en actitud amenazante. OLIVER HOENER / LEIBNIZ-IZW
Los humanos tenemos una especial sensibilidad para las jerarquías y, por muy opresivas que nos resulten, solemos ser reticentes a hacer algo para revertirlas. Esa intuición, que se puede atribuir al trabajo de las élites para convencer a los subordinados de que asuman su papel de gregarios, también está presente en otros animales que saben que un orden bien establecido reduce la violencia en el grupo. Salvo en situaciones puntuales de crisis, en muchas especies que viven en sociedad, los que mandan suelen imponer su ley sin necesidad de utilizar la fuerza.
Uno de estos animales son las hienas que, además, son uno de los pocos casos entre los mamíferos en los que las hembras ocupan la cima del escalafón. Hasta hace poco, se atribuía la preeminencia de este sexo a sus características masculinas. Su tamaño es igual o mayor que el de los machos y hasta su clítoris podría confundirse con un pene. Sin embargo, parece que la fuerza no es la característica determinante para alcanzar el dominio en esta especie.
Cuando hay una pelea por la hegemonía, es habitual que se mate a las crías del grupo rival
En un artículo publicado esta semana en la revista Nature Ecology & Evolution, un equipo internacional de científicos explica cómo estudió los enfrentamientos entre 748 hienas a lo largo de 21 años en el cráter del Ngorongoro, en Tanzania. Después de separar los efectos de diversos rasgos en el resultado de los enfrentamientos, concluyeron que, cuando dos individuos pelean, el número de aliados con que cada uno de los contendientes cuenta dentro del grupo es el factor decisivo en la victoria. La hiena que más apoyos tiene vence en más de un 80% de sus enfrentamientos y esto sucede sin necesidad de que sus aliados participen directamente en el conflicto.
El dominio femenino de los grupos se debe a que en esta especie son los machos los que suelen abandonar su grupo para reproducirse. Las hembras permanecen en el clan donde nacieron y los machos entran en la nueva tribu en la parte inferior del escalafón. “En los bonobos, por ejemplo, las coaliciones suelen consistir en hembras solas contra machos, pero en otras especies, como las hienas moteadas o los babuinos, las coaliciones pueden estar conformadas por ambos sexos”, explica Oliver Höner, autor principal del estudio y jefe del Proyecto de Hiena Ngorongoro del Instituto Leibniz para la Investigación de Zoológicos y Vida Silvestre, en Berlín, Alemania. “Entre las hienas, los individuos con relaciones familiares estrechas se apoyarán entre ellos independientemente del sexo y los miembros de un clan se ayudarán contra los de otro clan, independientemente del sexo”, continúa. “En hienas, las coaliciones entre hembras podrían ser ligeramente más comunes que las mixtas o las de machos, solo porque habitualmente los machos abandonan su grupo natal en algún momento de su vida. Cuando entran en la nueva jerarquía, lo hacen desde lo más bajo y los individuos de rango inferior tienen menos amigos y reciben menos apoyos de otros miembros en su nuevo grupo”, concluye.
Otro aspecto interesante sobre el afianzamiento de las jerarquías es que, una vez establecidas, los individuos de más alto rango tienen más descendientes y los lazos de sangre son los más fuertes cuando se busca apoyo en una reyerta. Por eso, cuando la habitual estabilidad de poder en un grupo de hienas se ve sacudida por un golpe violento, no solo la hembra alfa se convierte en objetivo de la familia contendiente. En muchos casos, las crías también son aniquiladas para reducir el tamaño de una futura coalición de la madre. En algunas luchas menos cruentas, los pequeños son adoptados por los ganadores y se incorporan a su clan.
El control de la familia es clave para las pocas especies de mamíferos dominadas por hembras. Un caso extremo es el de los suricatos, una especie en la que una hembra monopoliza las labores reproductivas y suele reinar sobre un grupo en el que pare al 90% de los cachorros. Si otra hembra se atreve a reproducirse, la jefa del clan y sus secuaces asesinarán a los recién nacidos para mantener su dominio. Aunque el padre de casi todas las crías legítimas es un solo macho, su papel es completamente subordinado. Si la jefa le retira su apoyo, el rey será derrocado rápidamente por algún otro macho del grupo.
Casos como estos, o como los de los bonobos, nuestros parientes animales más cercanos junto a los chimpancés, se pueden tratar de utilizar para justificar ideas sobre cómo debe ser la sociedad. Los bonobos, en los que mandan las hembras y la violencia parece rara, se han utilizado para intentar justificar que nuestra naturaleza, sin la mácula de la civilización, puede ser feminista y pacífica. Sin embargo, como saben los científicos que conocen la historia de la primatología, lo que hoy sabemos sobre una especie puede quedar refutado mañana por nuevas observaciones.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

¿Hay que elegir entre más hidratos o más grasas para comer bien?

Una revisión de investigaciones sobre nutrición busca consensos ante controversias sobre recomendaciones dietéticas

Lo importante no es la distribución de los hidratos o las grasas sino que sean de buena calidad
Lo importante no es la distribución de los hidratos o las grasas sino que sean de buena calidad MAARTEN VAN DEN HEUVEL
En 1977, un comité del Senado de EE. UU. elaboró un informe en el que se recomendaba reducir el consumo de grasas saturadas, elevar la ingesta de hidratos de carbono y reducir la cantidad de calorías consumida. Aunque ya entonces la Asociación Médica Estadounidense advirtió de la falta de pruebas que apoyasen estas recomendaciones universales, el documento marcó la tendencia de los consejos nutricionales durante los años siguientes. En 1991, el Departamento de Salud y Servicios Humanos llegó a pedir a la industria alimentaria la introducción de nuevos productos procesados con contenidos reducidos de grasas y grasas saturadas.
El plan del Gobierno tuvo éxito convenciendo a los ciudadanos de que siguiesen sus recomendaciones, pero el porcentaje de individuos con diabetes y obesidad creció sin parar en el país llegando a provocar recientemente una reducción en la esperanza de vida inédita en EE UU desde la epidemia de gripe de 1918.
Para personas con diabetes, una dieta baja en hidratos y alta en grasas puede ser beneficiosa
El debate sobre el peso que las grasas y los hidratos deben tener en la dieta ha continuado durante décadas. Uno de sus últimos hitos ha sido la publicación en la revista The Lancet, en 2017, del estudio PURE (Prospective Urban Rural Epidemiology), un trabajo en el que se preguntó a 135.335 personas de 18 países sobre sus hábitos alimenticios para agruparlos según la cantidad de carbohidratos, grasas y proteínas que consumían. Después de seguirles durante siete años, observaron que los que tomaban más grasa (el 35% de sus calorías diarias) tenían un 23% menos de probabilidades de haber muerto en el periodo del estudio que los que solo obtenían de las grasas el 10% de sus calorías diarias. Por el contrario, los que obtenían la mayor cantidad de energía de los hidratos (el 77% de las calorías diarias) tenían un 28% más de probabilidades de haber muerto que los que solo cubrian con ellos el 46% de las calorías diarias. Las conclusiones sugerían que si se quiere vivir más es probable que sea mejor incrementar el consumo de grasa y reducir el de hidratos de carbono.
Sin embargo, como sucede con muchos estudios sobre nutrición, interpretar los datos era complicado. Algunas de las críticas al trabajo sugerían que los resultados que asociaban la mortalidad con el elevado consumo de hidratos se puede deber a que en muchos de los países estudiados es la dieta que siguen los pobres y sería difícil saber si no son otros efectos de la pobreza además de los hidratos los responsables de su muerte prematura.
Para tratar de poner paz entre tanta controversia, varios investigadores entre los más prestigiosos de su campo han publicado esta semana un artículo en la revista Science en el que tratan de buscar puntos de consenso sobre qué es un consumo adecuado de grasas e hidratos. Pese a que tienen numerosas discrepancias, están de acuerdo en que lo importante, más que los porcentajes de grasas o hidratos que se consuman, es la calidad de estos nutrientes. Para la mayor parte de la gente, se podría combinar el consumo de hidratos como los cereales integrales o la fruta con las grasas sanas procedentes de frutos secos o aguacates sin tener que preocuparse por los porcentajes de cada tipo de comida. Eso sí, habría que cuidarse de los hidratos procedentes de las harinas refinadas con las que se elabora el pan o algunos tipos de pasta o de las grasas saturadas de algunos tipos de carne y de las grasas trans, las más peligrosas, incluidas en algunos alimentos procesados.
Los autores también hablan de que determinados tipos de dieta pueden ser mejores para grupos con características particulares. Para las personas con diabetes tipo 2 y resistentes a la insulina, que tienen dificultades para utilizar los carbohidratos que consumen, una dieta con mayor porcentaje de grasas puede ser beneficiosa.
En un segundo artículo publicado en Science, se exploran también los efectos beneficiosos para la salud que puede tener el ayuno y la restricción calórica en general. Aunque la mayor parte de estos trabajos se basan en modelos animales hay indicios de que puede resultar beneficioso para la salud. Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo experto en nutrición de la Universidad de Navarra y autor del libro Salud a ciencia cierta (Ed. Planeta), reconoce lo difícil que es probar este tipo de dietas restrictivas en humanos a largo plazo, pero considera que “está claro que comemos en exceso”. “Tenemos que comer menos, pero nada en nuestra sociedad invita a la moderación”, señala.
Los autores del primer estudio, liderados por David Ludwig, del Boston Children’s Hospital (EE UU), reconocen también la dificultad de resolver muchas controversias sobre nutrición por la complejidad del problema y porque no se le ha dedicado un esfuerzo suficiente. “Actualmente, EE UU invierte una fracción de un céntimo en investigación en nutrición por cada dolar que se gasta en el tratamiento de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta”, afirma.
Martínez-González cree también que para mejorar los resultados de las medidas contra la obesidad y las enfermedades relacionadas será necesario lograr cierta independencia de la industria de la alimentación. “Veo una presencia continuada de la industria alimentaria, que vende productos que son insanos, en los órganos del Gobierno que deberían controlar esos productos”, afirma. “Eso hace que muchas veces las medidas de control queden aguadas y no se priorice la salud pública”, remacha. En este sentido, considera importantes estudios como Predimed Plus, que con financiación pública del Instituto de Salud Carlos III e independiente de la industria, está siguiendo a más de 7.000 participantes de toda España para analizar, por ejemplo, si una dieta muy baja en hidratos y alta en grasa puede combatir la diabetes.
Los responsables del trabajo de Science concluyen que, además de averiguar con precisión qué dietas pueden funcionar mejor en cada caso, será necesario observar si es posible que un individuo siga a largo plazo una dieta prescrita si su entorno no lo facilita. Martínez-González cree que para mejorar los resultados será necesario un movimiento en dos direcciones. Por un lado, medidas estructurales, como limitar los tamaños gigantes en los restaurantes y proporcionar agua del grifo gratis o poner impuestos a las bebidas azucaradas con un movimiento social de concienciación para que los individuos actúen con responsabilidad.