martes, 25 de septiembre de 2018

La edición genética elimina una población de mosquitos transmisores de malaria

Una mutación artificial que causa infertilidad en las hembras lleva a insectos cautivos a la extinción 

Uno de los mosquitos 'Anopheles gambiae' modificados genéticamente.Ampliar foto
Uno de los mosquitos 'Anopheles gambiae' modificados genéticamente. ANDREW HAMMOND
Científicos del Imperial College de Londres (Reino Unido) han erradicado una población cautiva de mosquitos transmisores de la malaria mediante la introducción de una mutación genética que vuelve a las hembras estériles. La técnica que han utilizado, denominada genética dirigida o impulso genético (gene drive), consiste en editar el ADN de unos pocos individuos y esperar a que la mutación se extienda en generaciones sucesivas. Su logro acerca los planes de liberar mosquitos modificados para erradicar poblaciones salvajes de insectos transmisores de enfermedades como la malaria, el dengue, la fiebre amarilla o el zika.
Esta es la primera vez que un experimento logra anular la capacidad de reproducción de una población entera de animales en el laboratorio utilizando edición genética para modificar el gen que determina el desarrollo sexual de una especie. En experimentos anteriores de otros investigadores, los mosquitos desarrollaron mutaciones nuevas que les confirieron resistencia a la modificación genética inducida en pocas generaciones. “Lo increíble aquí es que también se produjeron mutaciones, pero esas nuevas variantes genéticas hacen que el gen [que determina el desarrollo sexual] deje de funcionar. No han podido desarrollar resistencia”, señala Andrea Cristiani, el autor principal del estudio que se publica hoy en Nature Biotechnology.
Pedro Alonso, director del Programa Mundial sobre Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que la genética dirigida "se ve como una de las vías más prometedoras para avanzar en la lucha contra la malaria y es, en realidad, la más prometedora para contemplar" su eventual  "erradicación".
Cristiani y sus compañeros aplicaron la técnica de edición genética CRISPR para modificar un gen que determina el desarrollo sexual en mosquitos de la especie Anopheles gambiae. Introdujeron la mutación en el 12% de una población de 600 insectos. A lo largo de un año los científicos cuidaron de los mosquitos, alimentando a las larvas con comida de gato, a los machos adultos con agua azucarada y a las hembras —las únicas que pican— con sangre descartada del banco de donantes. La mutación se extendió paulatinamente, de modo que en un espacio de entre 7 y 11 generaciones no quedaba ningún animal, en lugar de los 20 millones que cabría esperar de una población sana.
Según Cristiani, “la gente pensaba que nunca podría funcionar”, porque parece contradictorio que una mutación que causa esterilidad pueda ser cada vez más abundante en generaciones sucesivas. La clave está en que la mutación es recesiva, es decir, solo afecta a las hembras que tienen dos copias del gen mutado, una del padre y otra de la madre. Estas se desarrollan con características anatómicas de ambos sexos y son incapaces de picar o poner huevos. Todos los machos y las hembras con una sola copia de la mutación pudieron reproducirse con normalidad y así afianzar la modificación genética inducida en la siguiente generación. Con el tiempo, no quedaron suficientes hembras fértiles para asegurar la continuidad de la población.

Los científicos eligieron mutar ese gen concreto porque es una región del ADN “muy conservada” en la evolución. Esto significa que requiere una estructura muy precisa para funcionar. Cualquier alteración de su código genético, por pequeña que sea, resulta en la muerte o infertilidad del animal, y por eso no persistió ninguna de las mutaciones aleatorias que podrían haber otorgado resistencia a la población.
La técnica es “muy emocionante” porque los mosquitos “no son capaces de esquivarla evolutivamente”, según un entomólogo
“Un gen como este está presente en todas las especies de insectos”, explica Cristiani: “El descubrimiento abre la posibilidad de atacar otros transmisores de enfermedades como los mosquitos Aedes [portadores del dengue, la fiebre amarilla y el zika] o plagas de insectos”. Zachary Adelman, un entomólogo de la Universidad A&M de Texas (EE UU) ajeno a este estudio y que ha desarrollado experimentos de genética dirigida para cambiar de sexo a los mosquitos Aedes, considera que esta técnica es “muy interesante” porque los mosquitos “no son capaces de esquivarla evolutivamente”.
“A menudo, los investigadores intentan exagerar sus resultados. Estos científicos han hecho un trabajo muy bueno al ser cautos con sus interpretaciones”, añade Adelman. “Es un avance tecnológico increíble, pero todavía queda mucho por probar”, advierte. Los autores del estudio explican que será necesario experimentar de nuevo bajo condiciones de laboratorio que reflejen el ambiente tropical natural de los mosquitos.
El consenso es que las primeras pruebas de campo no llegarán antes de por lo menos cinco años. “Tengo confianza de que podremos obtener resultados convincentes en la próxima fase de semicautiverio. De ahí a las poblaciones salvajes entramos en territorio completamente desconocido, en el que las decisiones políticas probablemente serán más relevantes que nuestra capacidad técnica”, concluye Cristiani. Alonso alerta de que la implementación supondrá retos nuevos que "no serán menores". "El riesgo es siempre lo desconocido", dice: "[en la OMS] lo vemos no necesariamente con optimismo, pero sí con ilusión".

LA MALARIA EN CIFRAS

La malaria es una enfermedad causada por parásitos del género Plasmodium que afecta sobre todo a países africanos. De las aproximadamente 3.500 especies de mosquito que existen, solo unas 40 transmiten los parásitos, por picaduras de las hembras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2016 hubo 216 millones de casos en 91 países, un aumento de 5 millones con respecto al año anterior. Según los investigadores del estudio, ese fue el primer año en que aumentaron los casos en más de dos décadas.
La enfermedad produce fiebre, normalmente entre 10 y 15 días después de la picadura, por lo que su detección resulta difícil. La OMS advierte que si no se trata en el primer día, puede producir complicaciones y llevar a la muerte. En 2016, se estima que la inversión total en control y eliminación de la malaria fue de 27.000 millones de dólares. El 31% de este coste lo asumieron los gobiernos de países donde la enfermedad es endémica.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Una enigmática fusión entre células potencia la metástasis

Varios estudios exploran la existencia en pacientes de un tipo de célula tumoral poco estudiado que puede facilitar la expansión del cáncer

Científicos de EE UU han descubierto un nuevo tipo de células humanas del cáncer que pueden contribuir a la metástasis, la expansión de un tumor primario a otros órganos del cuerpo que causa nueve de cada 10 muertes por cáncer.
La metástasis sigue siendo un fenómeno difícil de combatir. Aún no se entiende del todo cómo las células cancerosas de un tumor primario ganan la capacidad de desprenderse, viajar hasta un nuevo órgano y generar allí otro tumor a pesar de la constante vigilancia del sistema inmune. Una vieja teoría formulada a principios del siglo pasado mantiene que las células del tumor primario se funden con glóbulos blancos de la sangre para formar híbridos —mitad célula sana, mitad cancerosa— capaces de llegar a otros órganos sin hacer saltar las alarmas.
La fusión entre células sanas es un proceso fundamental para la vida y muy estudiada, como la unión entre un espermatozoide y un óvulo para crear un embrión. En cambio, el reverso oscuro de la fusión celular en la expansión del cáncer ha sido muy poco explorado, en parte por la dificultad de estudiarlo en humanos.
La forma conocida de demostrar que una célula tumoral humana es un híbrido es estudiando la sangre de mujeres que recibieron un trasplante de médula ósea de un hombre. En 2013, un equipo de la Universidad de Yale y el Laboratorio de ADN de la Policía de Denver detectó el primer caso de fusión celular en una persona. Se trataba de una mujer que había recibido médula de un hombre. La prueba definitiva era que los híbridos hallados en el tumor cerebral que sufría tenían un cromosoma Y que solo llevan los hombres, es decir, algunas de las células sanguíneas de los donantes se habían fusionado con células tumorales de la paciente y habían contribuido a una metástasis cerebral a partir de un melanoma en la piel. En 2017 el mismo equipo detectó un segundo caso.
“Es un fenómeno fascinante. Un mecanismo adicional de expansión del cáncer más allá de la acumulación de mutaciones genéticas”
Un estudio publicado esta semana ha demostrado que la fusión entre macrófagos, un tipo de células del sistema inmune, y células del cáncer de tejido epitelial, del tipo que recubre los órganos y también el interior de los vasos sanguíneos, sucede de forma espontánea en pacientes con tumores de páncreas y ha demostrado que los híbridos celulares cancerosos hacen que los tumores generen metástasis, crezcan más rápido y tengan un peor pronóstico.
Primero, el trabajo ha demostrado en ratones que las células híbridas se expanden más rápido por el flujo sanguíneo, crecen más y generan más metástasis que las células normales del cáncer. En un segundo paso, el equipo liderado por Melissa Wong, de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón (EE UU), encontró híbridos celulares en siete pacientes con cáncer de páncreas, renal y de cabeza y cuello. Todas habían recibido un trasplante de médula ósea de hombres. Los investigadores analizaron los tumores de estas pacientes y en ellas encontraron el cromosoma Y, prueba de la fusión celular. En la sangre de una de esas pacientes con cáncer de páncreas los investigadores encontraron que los híbridos son el tipo de célula tumoral predominante y que su número es mayor cuanto más avanzada está la enfermedad.
Los híbridos constituyen “una nueva población de células tumorales presentes en el flujo sanguíneo que había sido poco explorada hasta ahora y que se habían excluido de los análisis rutinarios”, resalta el estudio, publicado en Science Advances. Al fundirse con células sanas, las células del cáncer epiteliales —estáticas por naturaleza— ganan la movilidad que caracteriza a los glóbulos blancos que viajan por el flujo sanguíneo. La unión también funciona como un cambio de identidad que permite que las células malignas parezcan inofensivos glóbulos blancos y no sean aniquiladas. Los investigadores creen que el estudio de estas células puede aclarar los mecanismos de resistencia tumoral a los fármacos y su recurrencia en metástasis. También proponen que estas células híbridas pueden ser usadas en el diagnóstico del cáncer en análisis de sangre y, en un futuro, abrir la puerta a nuevos tratamientos.
“Es un fenómeno fascinante. Un mecanismo adicional de expansión del cáncer más allá del más conocido, que se basa en la acumulación de mutaciones genéticas”, explica Héctor Peinado, jefe del grupo de microambiente y metástasis del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. “Nosotros vimos fusiones celulares entre médula ósea y melanoma. Es un nuevo concepto y aún no sabemos cómo es de común, aunque nosotros lo vimos en un porcentaje bajo, por lo que probablemente suceda sólo en un reducido número de pacientes. Lo que nosotros estamos viendo es que a lo largo de la evolución de un tumor hay un momento en que la médula ósea sana colabora a la expansión del cáncer. Este tipo de estudios abre una ventana terapéutica. Los autores mencionan la posibilidad de atacar a los macrófagos con una droga alternativa a las actuales, lo que podría ser en un futuro parte de una terapia combinada”, explica.

Casi todos los yogures tienen azúcar de más

Apenas el 10% son bajos en azúcares, el 2% en los destinados a los niños, según un estudio británico

El estudio analizó casi 900 yogures y asimilados.
El estudio analizó casi 900 yogures y asimilados. ÓSCAR CORRAL
Un yogur tiene el mismo azúcar que la cantidad equivalente de un refresco azucarado. Y si es ecológico o un petit-suisse, aún más. Un estudio con casi 900 yogures y asimilados muestra que la inmensa mayoría están extremadamente azucarados. Apenas el 9% de ellos son bajos en azúcares, porcentaje aún menor en los destinados a los niños y los que llevan la etiqueta de orgánico. El análisis se ha realizado en Reino Unido, y muestra que también los productos con imagen de saludables tienen su lado oscuro.
La Organización Mundial de la Salud publicó en 2015 una serie de recomendaciones sobre la ingesta de azúcar de niños y adultos por su relación con una serie de enfermedades y el sobrepeso. En ellas, aconsejaba que el porcentaje de energía procedente de azúcares libres (en su mayoría añadidos o no presentes naturalmente en el producto) fuera inferior al 10% del total de calorías ingeridas. Incluso proponía una rebaja mayor, hasta menos del 5%. Cada gramo de azúcar refinada rinde casi 4 kilocalorías (kcal), así que la cantidad máxima recomendable para un adulto (con una dieta de 2.000 kcal/día) sería de unos 50 gramos de azúcares, la mitad si es un joven o aún menos si es un niño (siempre de forma aproximada y para el umbral superior).
Con un yogur y un petit-suisse, un pequeño de cuatro años ya ha tomado más azúcar de la recomendada y aún le queda todo el día por comer. Es uno de los resultados obtenidos por un grupo de investigadoras en nutrición tras analizar la información nutricional de 898 yogures y similares, como los petit-suisse, los yogures líquidos, los de soja, orgánicos y otros postres lácteos a los que dividieron en categorías. De ellas, apenas los yogures naturales y los griegos cumplían con la recomendación mínima de la OMS y con la del Sistema de Salud Británico (NHS, por su siglas en inglés) de 5 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto.
Solo dos de los 100 yogures dirigidos al consumidor infantil eran bajos en azícar
Como era previsible, los postres lácteos, con una mediana de casi 20 gramos de azúcar por cada 100 gramos, eran los más azucarados. Pero, en segundo lugar, aparecen empatados los yogures de sabores y los etiquetados como orgánicos o ecológicos, seguidos muy cerca por los que llevan trocitos de fruta, todos en torno a los 13 gramos por cada 100 gramos. Los productos a base de soja y similares, aunque estaban dentro del umbral máximo, ninguno era bajo en azúcares, según los resultados del estudio, publicado en BMJ Open.
Pero el dato más llamativo es el de los yogures y quesos frescos orientados al consumidor infantil: De los 101 productos de esta categoría tan sensible, solo 2 tenían menos de 5 gramos de azúcar por cada 100 gramos de producto. La mediana es de 10,9 gramos. En comparación, la clásica botella de un refresco de cola convencional tiene 10,6 gramos de azúcar por 100 mililitros. Aunque litros y kilos no son equivalentes, la cantidad de azúcar de yogures y refrescos es muy similar. Desde abril pasado, las autoridades sanitarias británicas han impuesto una tasa progresiva a las bebidas azucaradas.
"Inicié esta investigación cuando el Gobierno británico señaló a los nueve principales productos [entre ellos los derivados lácteos azucarados] que aportaban la mayor parte del azúcar ingerido por los niños y, como muchos padres, consideraba los yogures como algo saludable sin darme cuenta de todo el azúcar añadido que llevan la mayoría", dice la doctora Bernadette Moore, investigadora de la Escuela de Ciencias de la Alimentación y Nutrición de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y principal autora del estudio. En ese país, las recomendaciones del NHS son que los niños de entre siete y 10 años no tomen más de 24 gramos de azúcares añadidos, 19 gramos para los que tiene entre cuatro y seis años y cero azúcares añadidos para los menores de esa edad.
Los yogures orgánicos tienen más azúcar que la cantidad equivalente de un refresco de cola convencional
Las autoras del estudio destacan la paradoja de los yogures con imagen de más saludables, como los derivados de la soja o los orgánicos o ecológicos. Respecto a estos, la investigadora en nutrición Annabelle Horti, coautora del estudio, comenta en una nota: "El azúcar suele usarse como edulcorante para contrarrestar la acidez natural del ácido láctico producido por los cultivos presentes en el yogur. Estos microorganismos son los que hacen del yogur algo bueno para el aparato digestivo y tienden a estar presentes en grandes cantidades en los yogures orgánicos. Es probable que estos lleven más azúcar añadido para neutralizar esa acidez".
La experta en nutrigenómica y colaboradora de Nutrir con Ciencia Lucía Martínez recuerda que los yogures y similares "tienen mucho marketing, tanto institucional, como de las empresas lácteas, que son muy potentes". Para ella, solo los yogures naturales, quesos frescos, el kéfir y el auténtico yogur griego son los saludables. Y si quieres endulzarlos, "con fruta, pero de la frutería". A los padres de niños pequeños, la doctora Moore les da el mismo consejo: "si están empezando a comer sólido, dadles yogur natural con fruta triturada".

sábado, 15 de septiembre de 2018

En busca de una nueva especie de dinosaurio en Morella

Los investigadores analizan restos fósiles de varios ejemplares de la familia de los espinosaurios hallados en una cantera de la localidad castellonense

El paleontólogo José Miguel Gasulla, izquierda, junto a uno de sus colaboradores en la cantera del Mas de la Parreta de Morella.
El paleontólogo José Miguel Gasulla, izquierda, junto a uno de sus colaboradores en la cantera del Mas de la Parreta de Morella. ÁNGEL SÁNCHEZ
Derribó el mito del Tyrannosaurus rexen Parque Jurásico. El considerado como el dinosaurio más temible fue vencido por el Spinosaurus, un animal adaptado tanto al medio acuático como al terrestre, y caracterizado por las grandes espinas dorsales que incrementaban todavía más su ya imponente aspecto.
Ilustración del enorme espinosaurio, nadando y capturando grandes peces.
Ilustración del enorme espinosaurio, nadando y capturando grandes peces. 
La cantera del Mas de la Parreta de Morella, en la comarca castellonense de Els Ports, ha sacado a la luz restos fósiles de varios ejemplares de dinosaurio de entre nueve y once metros de largo —de la cabeza a la cola— que habitaron la zona en el Cretácico Inferior, hace 126 millones de años. Ejemplares que estarían emparentados con el grupo de los espinosauriosdescubiertos en Egipto a principios del siglo XX.
“No tenemos claro todavía si se asocian a los también superdepredadores Baryonyx oSuchomimus —hallados en Reino Unido y norte de África, respectivamente, en la década de los 90— o se trata de una especie nueva”, explica a EL PAÍS el paleontólogo José Miguel Gasulla. Este investigador forma parte del Grupo de Biología Evolutiva de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) que ha sacado a la luz la veintena de yacimientos con más de 5.000 restos fósiles que salpican La Parreta.
De momento, y a la espera de seguir recabando datos, la revista científica Cretaceous Research ha echado el ojo al hallazgo y se ha hecho eco de su relevancia publicando en su versión digital un trabajo de investigación sobre este descubrimiento. Fruto, incide Gasulla, de “años de trabajo de campo concienzudo” en esta cantera de arcilla por parte de este grupo de paleontólogos “y que revela que los yacimientos de la comarca de Els Ports son de los más importantes de la Península Ibérica”.
El artículo, que firman también junto a los investigadores de sendas instituciones los del Instituto Dom Luiz de la Universidad de Lisboa, versa sobre dinosaurios terópodos del grupo de los espinosaurios, entre los que destacan tres superdepredadores: el Spinosaurusel Baryonyx y el  Suchomimus.
Los restos descritos en el trabajo se han interpretado como formas estrechamente relacionadas con este grupo. No obstante, se ha identificado una combinación de características morfológicas “significativamente diferentes” de éstos, lo que puede significar una forma diferente de la diversidad de este grupo, tanto en la península como en el resto del área geográfica próxima.
De los trabajos de campo emerge una colección de dientes “bastante importante, de al menos medio centenar de piezas, localizadas además de manera dispersa en 10 yacimientos distintos de los 19 que acoge la misma cantera”, y que la convierten “probablemente en la más abundante de la península”. También una vértebra completa del cuello, un fémur “de un metro de longitud, lo que da una idea de la dimensión del animal”, la cabeza de otro fémur y una tibia casi íntegra. Los restos fósiles corresponden a varios ejemplares. “El hallazgo revela que era un dinosaurio bastante común en esta época, dentro del grupo de los depredadores”.
Queda claro que eran animales carnívoros que incluían también el pescado en su dieta. “Se han encontrado escamas de peces asociadas a la parte estomacal del ejemplar localizado, por lo que pensamos que el pescado podía estar en su alimentación”, señala Gasulla. “Es una de las principales características, que se averigua también por su dentición y por las garras de sus extremidades anteriores, que le permitirían acercarse a zonas de agua —la comarca de Els Ports era un área pantanosa— y capturar con ellas los peces”.
No obstante, aunque el espinosaurio “parece tener estas mismas características, difiere de éstos —en alusión a los tres depredadores citado— por tener una vela en el dorso que ellos no tienen”, añade el paleontólogo. Precisamente las novedades que aporta el material emergido de las entrañas de la cantera —“los fémures son diferentes y también las vértebras”, recuerda Gasulla— son las que han llevado a la revista científica a admitir la investigación y hacerla pública. Otra distancia, junto a la morfológica, la marca la edad: Spisonaurus habitó en el Cretácico Superior, mucho después que sus tres antecesores.
La importancia del hallazgo plasmada en este trabajo científico radica también en que versa sobre uno de los grupos de dinosaurios carnívoros del que menos elementos se disponía en la comarca castellonense, y que podría aumentar en breve. Está previsto que en octubre se excaven nuevos yacimientos en una masía próxima a La Parreta “que podrían aportar nueva información del espinosaurio”. Del dinosaurio que hizo caer un mito. Que derribó al temido Tyrannosaurus rex.

150 AÑOS ARROJANDO HISTORIA

Las arcillas rojas de Morella son una de las referencias más frecuentes en la historia de los vertebrados fósiles españoles. Precisamente este año se cumplen 150 años de la primera referencia sobre restos de dinosaurios de la localidad castellonense aparecidos en la cantera de La Parreta.
En agosto de 1868, Nicolás Ferrer y Julve descubría una serie de restos fósiles que, posteriormente, Juan Vilanova y Piera asignaría a dinosaurios, formando parte de la primera cita sobre estos animales en España.
Desde entonces, la actividad paleontológica ha sufrido algunos altibajos, pero en las dos últimas décadas las colecciones de fósiles se han multiplicado exponencialmente, debido en gran parte al control paleontológico que se lleva realizando en la extracción de arcillas de la Cantera del Mas de la Parreta, propiedad de la firma Vega del Moll, S.A. En ella se han localizado diecinueve yacimientos fosilíferos de los que se han extraído más de cinco mil restos fósiles de peces, tiburones, anfibios, tortugas, lagartos, plesiosaurios, cocodrilos, pterosaurios y dinosaurios carnívoros y herbívoros.
Gran parte de esta colección se encuentra en fase de estudio, con varios trabajos de investigación ya publicados, entre los que destacan las descripciones de tres nuevos vertebrados, dos tortugas Brodiechelys royoi y Eodortoka morellana y el dinosaurio Morelladon beltrani.