domingo, 2 de diciembre de 2018

Así serán los próximos niños modificados genéticamente

El congreso mundial de edición genética concluye con una luz verde a futuros ensayos clínicos y con sugerencias sobre los genes en los que actuar

manipulacion genetica
Una investigadora muestra la actuación sobre el gen PCSK9 en un embrión, en un laboratorio de Shenzhen (China). AP/MARK SCHIEFELBEIN
Ya hay dos tipos de personas: las modificadas genéticamente y las naturales. El abominable experimento del científico chino He Jiankui ha cambiado la humanidad para siempre. Desde el lunes, cuando anunció el nacimiento de dos niñas gemelas con su ADN remendado, la pregunta ya no es quién se atreverá a dar el primer paso, sino cuáles serán los límites para transformar a la siguiente generación de seres humanos. “Va a ser imposible evitar la existencia de un mercado negro de edición genética. La gente querrá un niño perfecto y estará dispuesta a pagar mucho para tener uno. Podemos estar solo ante el comienzo de un mercado negro de la perfección”, alerta el filósofo Julian Savulescu, director del Centro Uehiro para la Ética Práctica de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
En cada minúscula célula humana hay unos dos metros de moléculas de ADN plegadas de manera casi inconcebible. En esos dos metros hay unos 22.000 genes, con la información necesaria para construir y hacer funcionar a una persona. Uno de estos genes, el bautizado CCR5, contiene las instrucciones, escritas en unas 6.000 letras, para fabricar una proteína que el virus del sida utiliza como puerta de entrada a los glóbulos blancos de la sangre. Sin embargo, a algunas personas les faltan 32 letras en este gen, y esto los hace inmunes al virus del sida. Es una mutación natural que solo tiene un pequeño porcentaje de personas (el 1% en el caso de los europeos).
“Va a ser imposible evitar la existencia de un mercado negro de edición genética”, alerta el filósofo Julian Savulescu
El experimento de He Jiankui consistió en intentar imitar esta mutación natural. El investigador chino inyectó en embriones de unas pocas células el CRISPR, una especie de tijeras moleculares capaces de cortar el ADN donde se desea. El problema es que la técnica experimental, creada en 2013 y todavía en perfeccionamiento, comete errores. Los resultados, si no son un gigantesco engaño, muestran que solo una de las niñas presenta el cambio buscado y que ambas hermanas exhiben mutaciones indeseadas y de efectos desconocidos, que serían heredadas por sus hijos. Es una chapuza sin ninguna ventaja médica: los embriones estaban sanos antes de que He Jiankui decidiera actuar en ellos.
“Que el primer ejemplo de edición de la línea germinal humana [un cambio heredable para la siguiente generación] haya sido un paso en falso no debería llevarnos, de ninguna manera, a meter la cabeza en la arena y a no considerar los aspectos muy muy positivos de un camino más responsable hacia un uso clínico”, expuso el miércoles George Daley, decano de la Escuela Médica de Harvard.
Daley intervino esta semana en el mismo congreso mundial de Hong Kong en el que He Jiankui detalló su experimento minutos después. El directivo de Harvard mostró una especie de hoja de ruta al público, con “un rango de potenciales aplicaciones [de la edición genética en embriones], algunas de las cuales provocarán más entusiasmo que otras”. En el extremo menos necesario colocó “las mejoras” genéticas, un eufemismo para referirse a la eugenesia pura y dura, como la actuación sobre el gen MSTN para aumentar la masa muscular. Ya se ha hecho en animales de granja para producir más carne.
“Me sorprendería que las primeras indicaciones que consideremos más factibles no sean aquellas contra enfermedades muy devastadoras”, arrancó Daley. La primera de su lista era la enfermedad de Huntington, una patología provocada por un defecto hereditario en un solo gen que desencadena el desgaste progresivo de las neuronas del cerebro. No tiene cura. Los afectados mueren, de media, unos 13 años antes que el resto de la población.
La segunda en la clasificación era la enfermedad de Tay-Sachs, otro trastorno hereditario espantoso y poco común. Una mutación en un solo gen, frecuente entre los judíos askenazíes europeos, genera la acumulación de una sustancia grasienta en el cerebro. Los niños mueren antes de los cuatro años. Y Daley añadió a su lista otras dos enfermedades causadas por un solo gen defectuoso: la fibrosis quística, caracterizada por la formación de un moco espeso potencialmente letal en los pulmones, y la anemia de células falciformes, que deforma los glóbulos rojos en personas de ascendencia africana.
"No vamos a poder parar esto. El CRISPR es una técnica barata que no necesita mucho personal", advierte el experto en bioética Íñigo de Miguel
“La cumbre de Hong Kong es la primera en la que ya se habla abiertamente de modificar la línea germinal humana. No vamos a poder parar esto. El CRISPR es una técnica barata que no necesita mucho personal”, advierte Íñigo de Miguel, experto en bioética de la Universidad del País Vasco. “Tenemos que encarar el debate ya, porque va a marcar nuestro futuro. Dentro de 20 años nos pueden dar a elegir entre tener un hijo con la lotería genética de la reproducción sexual o tenerlo mediante fecundación in vitro con opciones de editarlo genéticamente”, plantea De Miguel. A su juicio, no hay que frenar la investigación, sino acelerarla, para dominar la tecnología y poder revertir cualquier actuación inaceptable.
El decano de Harvard puso otra opción más polémica sobre la mesa: modificar genes no vinculados a un trastorno catastrófico seguro, sino simplemente a un mayor o menor riesgo de padecer una enfermedad, como el CCR5 trastocado por el chino He Jiankui. Son hipotéticas vacunas genéticas. Para Daley, los principales candidatos son el gen PCSK9, asociado a enfermedades cardiovasculares; el A673T, protector frente al alzhéimer; y los genes BRCA1 yBRCA2, cuyas alteraciones puede resultar en un cáncer de mama o de ovario.
En su libro Una grieta en la creación. El nuevo poder para controlar la evolución, publicado en 2017, la genetista estadounidense Jennifer Doudna confesó sus pesadillas. Doudna, una de las madres de la técnica CRISPR, narró que una noche había soñado que Adolf Hitler, disfrazado con una careta de cerdo, le preguntaba por su revolucionaria tecnología. Este jueves, Doudna firmó la declaración final del congreso mundial de Hong Kong: “Los riesgos son demasiado grandes como para permitir ensayos clínicos de edición de la línea germinal humana en este momento. Sin embargo, el progreso en los últimos tres años y las discusiones en la cumbre actual sugieren que ha llegado el momento de trazar un camino riguroso hacia esos ensayos”. Traspasada la línea roja, ya no hay marcha atrás.

Una científica rompedora de tradiciones

Margarita Salas cumple 80 años convertida en uno de los mayores referentes de la científicas españolas

La científica Margarita Salas, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en 2015.
La científica Margarita Salas, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en 2015. CARLOS ROSILLO
“Bah, una chica. Voy a darle algo fácil y si no sale, no importa”. Eso es lo que pensó Alberto Sols cuando a principios de la década de los sesenta, una joven licenciada en Química fue a decirle que quería hacer la tesis doctoral. El propio Sols lo contó en público cuando aquella “chica” ganó el Premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica en 1986. Aquella mujer que era Margarita Salas superó en muchísimo las bajas expectativas de Sols y se convirtió en la científica más reconocida del siglo XX en España. Y esta pionera que cumple este viernes 80 años sigue trabajando todavía como una joven tenaz y emprendedora.
Una tenacidad, la de Margarita Salas, que no solo tuvo que enfrentarse a las dificultades que cualquier joven encontraba en la gris España franquista para dedicarse a la ciencia sino que, en su caso y por su condición de mujer como evidencia claramente el recuerdo de Alberto Sols, tuvo que superar también ciertas trabas machistas. En esta cuestión es interesante cómo ha evolucionado la propia investigadora a lo largo de los años. Ella misma ha reconocido que tardó mucho tiempo en darse cuenta y ponerle nombre a aquello que había vivido durante el inicio de su carrera, los sesgos sexistas.
Que encontró barreras no hay duda pero también que decidió seguir a pesar de ellas. Desde su vuelta de EE UU, tras el postdoctoral, dirigió su propio grupo de investigación. Y en ese grupo pronto hubo otras mujeres. Algunas de ellas ocupan ahora importantísimos puestos y casi todas reconocen que ver a Margarita Salas dirigiendo el laboratorio en el que se formaron les demostró en la práctica que podían intentar llegar a dónde quisieran. Ella ha sido pionera de una saga de biólogas y biólogos moleculares que han puesto muy alto el listón de la investigación biomédica en nuestro país y una rompedora de tradiciones que ha abierto camino para jóvenes de ambos sexos.
Margarita Salas tuvo a su hija Lucía a los 37 años, cuando ya era Profesora de Investigación del CSIC. Llevaba casada con el también investigador Eladio Viñuela desde los 24 así que es fácil imaginar las presiones de todo tipo, familiares y sociales, que debió sufrir durante esos años. Pero ella decidió sobre su vida. En este momento en el que es evidente la necesidad de mujeres científicas que sirvan de referencia a las niñas y a las jóvenes, ahí está ese ejemplo. Un ejemplo que Margarita Salas, con total seguridad, no tenía ningún empeño en dar. Ella es una mujer discreta e incluso tímida. Y a pesar de ello es casi la única científica española cuyo nombre es conocido por los españoles que saben el nombre de alguna investigadora.
Esta visibilidad la ha logrado Margarita permaneciendo fiel sobre todo a sí misma y al fago phi29. Las dos cosas eran inusuales para su generación y eran de alto riesgo. La primera, tiene que ver con labrarse un perfil propio, independiente de su director de tesis doctoral, independientemente también de su novio (además de compañero durante los años de tesis) y luego marido, Eladio Viñuela, y del propio Severo Ochoa, con quien hizo su trabajo postdoctoral en Nueva York desde 1964. Era muy rompedor en aquellos años que una mujer mostrara la férrea vocación y dedicación a la carrera investigadora que ella mostró.
En este momento en el que es evidente la necesidad de mujeres científicas que sirvan de referencia a las niñas y a las jóvenes, ahí está ese ejemplo. Un ejemplo que Margarita Salas, con total seguridad, no tenía ningún empeño en dar
En cuanto al pequeño bacteriofago phi29, un virus de apenas 20 genes que infecta bacterias, ha ocupado los desvelos investigadores del grupo liderado por Salas, primero en el Centro de Investigaciones Biológicas, al volver de EE UU en 1967, y desde el año 1977 en el entonces recién inaugurado Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC. España era en aquellos años un erial para la investigación y Margarita ha recordado que uno de los primeros aprendizajes que tuvieron que hacer ella y Eladio era cómo importar equipo y comprar reactivos en el extranjero, imprescindibles para poder hacer experimentos competitivos. La línea de investigación con phi29 como modelo sirvió para establecer nuevos principios en biología molecular y permitió descubrir que la enzima que utilizaba el fago para replicar su material genético, la ADN polimerasa, tenía propiedades especiales para amplificar otros genes. Este descubrimiento sirvió a Margarita en 1989 para, en otra decisión pionera dentro de la investigación científica en España que aún no sabía lo que era la transferencia de tecnología, registrar una patente que daría décadas más tarde casi cuatro millones de euros en royalties.
Margarita Salas, la única científica española que pertenece, desde 2007, a la Academia Nacional de Ciencias de los EE UU, tendrá un gran homenaje el próximo 1 de diciembre en el marco de Talent Woman, el evento dedicado a las mujeres, la ciencia y la tecnología. Felicidades, Margarita. Felicidades, maestra.  
Flora de Pablo es Profesora de Investigación en el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, ex directora general del Instituto de Salud Carlos III y presidenta fundadora de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT)
Victoria Toro es periodista, consultora de comunicación científica y directora de Comunicación de AMIT.